Perdida la partida con las agencias antidopaje estadounidense (USADA) y mundial (AMA), Lance Armstrong aún trata de minimizar las pérdidas. Así cabe interpretar la información publicada ayer por el diario estadounidense The New York Times --negada por su abogado, Tim Herman-- según la cual el exciclista se plantea confesar que se dopó. El objetivo, muy difícil en cualquier caso, sería obtener una reducción de condena que le permitiera volver a competir en pruebas de triatlón y perjudicar lo menos posible a su fundación de lucha contra el cáncer.

El Times cita a fuentes anónimas según las cuales Armstrong ha dicho a diferentes autoridades antidopaje que se plantea "admitir que usó sustancias prohibidas y transfusiones de sangre a lo largo de su carrera". Según esas fuentes, el antiguo heptacampeón del Tour ya se ha reunido con el director ejecutivo de la USADA, Travis Tygart, y pretende hacerlo con el director general de la AMA, David Howman. Herman, en cambio, asegura que la opción de confesar "no está ahora sobre la mesa".

DELITO DE PERJURIO Una confesión que ayude a desenmascarar a técnicos o médicos que fomentan el dopaje suele conllevar una reducción de la pena, pero a Armstrong, de 41 años y sancionado de por vida, una reducción a 8 o 6 años no le supondría un beneficio. Al contrario, podría perjudicarle en los juicios abiertos con The Sunday Times (al que denunció por difamación) y con una aseguradora que le reclama 9 millones de euros por los bonus que le pagó por sus triunfos en París. Confesar supondría admitir que cometió perjurio en esos juicios, por lo que, como le sucedió a la atleta Marion Jones, hasta podría ir a prisión. Por lo tanto, Armstrong vuelve a estar en una encrucijada en la que cualquier opción podría perjudicarle.