En el Tour no sólo hay gloria. También hay miseria. Y la miseria es amarga, dura y dolorosa. La Cota de la Rochette, apenas un montículo, nunca obtendrá la gloria alpina del Galibier o el Izoard. Pero, desde ayer, se recordará que un 14 de julio del 2003, el día de la Fiesta Nacional de Francia, Joseba Beloki dijo adiós a la ronda francesa y fue evacuado en ambulancia tras estamparse contra el suelo, casi tumbar a Lance Armstrong, que acabó haciendo mountain bike por el campo, y fracturarse la cabeza del fémur, el codo y la muñeca del brazo derecho.

El mejor Tour de Beloki, el del ciclista agresivo, gallardo y ofensivo, terminó en una curva alpina mal asfaltada, en un día triste y de insoportable calor. Hay montes que se hacen más famosos por la desdicha que por la épica de sus rampas o sus descensos. Esa será desde ayer la triste leyenda de la Cota de la Rochette, a escasos kilómetros de Gap. Esa es la maldita historia que desde 1971 acompaña al Col de Menté, en los Pirineos, porque allí la página negra del Tour centenario recuerda que se cayó Luis Ocaña, cuando iba vestido de amarillo y cuando había puesto a Eddy Merckx contra las cuerdas.

UN CORREDOR MUY AGRESIVO

Beloki lo había prometido antes de que la carrera echara a rodar en París. "Voy a hacer cosas diferentes en este Tour". Y lo había repetido día tras día con pruebas, como sus seis combativos ataques a Armstrong en Alpe d´Huez y otro violento demarraje, ayer mismo, kilómetros antes de la fatal caída. El Beloki 2003 era un ciclista distinto. No era ese corredor que prefería no arriesgar y prácticamente subir a rueda, o lo más cerca posible, de Lance Armstrong con tal de pisar el podio de París.

El domingo 27 de julio, el día en que acabará el Tour, Beloki no estará en los Campos Elíseos por primera vez en cuatro años. Verá a Armstrong, si es que aguanta la presión, o quién sabe si a un sorprendente Vinokurov, el ganador de la etapa de ayer, o a la mágica pareja de vascos del Euskaltel, Iban Mayo o Haimar Zubeldia. Los verá. Sí. Pero por la tele y escayolado, junto a su mujer Gemma y quién sabe si ya con la pequeña Aintzane, que está a punto de nacer. Beloki dejó el Tour de su mejor bravura con dolorosas fracturas. Intentó levantarse. Lo probó. Hasta trató de ponerse el casco. Pero, maldita sea, cuando apoyó el pie en el suelo, vio que la pierna le cedía y volvió a caer sobre ese endemoniado asfalto alpino.