No hubo color. Sí hubo ambiente. Y mucho. No fueron 140.000 espectadores como hace dos años, pero sí 92.430 que, en tiempos de crisis, son legión, un ejército de fieles, de fieles a la F-1, que no al espectáculo. Porque, de nuevo, por novena vez consecutiva en el Circuit ganó, muy sobrado, el que partía desde la pole, es decir, el británico Jenson Button, el líder de Brawn GP, el equipo revelación, la escudería que ha ganado cuatro (Australia, Malasia, Qatar y España) de las cinco carreras que se han disputado. Y lo hizo con una mano. Logrando, incluso, su segundo doblete del año ya que, como ocurriera ya en el estreno del Mundial, el veterano brasileño Rubens Barrichello escoltó a su compañero en el podio. Peor aún, doblaron al campeón del mundo, el británico Lewis Hamilton, cuyo McLaren-Mercedes fue superado por el líder en la penúltima vuelta de la carrera.

A la fiesta azul, a la afición asturiana que volvió a arropar, con 3.000 seguidores, a Fernando Alonso, le quedó el consuelo de presenciar, en directo, otro carrerón de su ídolo, que terminó quinto, es decir, primero de los otros, pues a los Brawn de Button y Barrichello siguieron los nuevos grandes de la parrilla, los Red Bull de Mark Webber y Sebastian Vettel. El nuevo campeón saldrá de ellos cuatro, fijo, porque, por quinto gran premio consecutivo, los llamados favoritos (McLaren, Ferrari y Renault) no han logrado ni siquiera subirse al podio y tendrán que esperar nuevas citas hasta ponerse a la altura de los ganadores o, incluso, como ya amenazó la scuderia, renunciar al cetro de este año y empezar a preparar la próxima campaña.

NO HUBO CARRERA Salieron primeros y acabaron primeros. Button y Barrichello dejaron las migajas para los demás. Y los demás son auténticos campeones, que viven arrinconados en el paddock , volviéndose locos de contentos cuando, como le ocurrió ayer a Alonso, adelanta a dos Toyota en la salida, dribla un coche con Hamilton al reincorporarse a la pista tras su último repostaje y conquista la ¡quinta! plaza al superar al brasileño Felipe Massa cuando, por un nuevo error de cálculo, ha de ir a ritmo de seiscientos al correr el peligro de quedarse sin gasolina.

Cataluña, Barcelona, Montmeló, el Circuit, es, según los expertos, el lugar donde se sabe si tu coche es bueno o no, puede ser el mejor e, incluso, hasta campeón. "Si tu coche va bien en Montmeló, va bien en todas partes", explica Pedro de la Rosa. El Brawn va de cine. Y así, en plan peliculero, logra sus victorias. Poco le importa, o nada, lo que ocurre a sus espaldas. Ahí, a 20 segundos de ellos, se apagan los BMW, se rompe el Ferrari de Kimi Raikkonen, se queda sin gasolina Massa, se apaga la flecha plateada de Heikki Kovalainen, doblan al campeón Hamilton y solo Alonso, un bicampeón que no desfallece nunca, intenta sobrevivir a su manera, con más coraje y voluntad que posibilidades de éxito. "Quinto, saliendo octavo, no está mal", reconocía, feliz, Alonso. "He visto, sí, que me empujaba la gente porque también ellos debieron de saber que a Felipe se le acababa la gasolina".

Para gasolina la que supuso para el circuito la presencia de más de 90.000 espectadores. "En plena crisis, ingresar más de 10 millones de euros y tener 92.430 espectadores demuestra la grandeza del acontecimiento, la importancia de este circuito y la fidelidad que la afición demuestra hacia los eventos del motor. "Estamos muy orgullosos de nuestra gente", dijo Josep Lluís Carod-Rovira, vicepresidente del Govern.

Mientras muchos pensaban como mejorar sus monoplazas (dentro de 15 días se corre en Montecarlo) y otros recordaban el momento más espectacular del GP, el múltiple accidente de la primera curva, que obligó a la salida del coche de seguridad, Button se negaba a pensar qué hará si gana el título. "No quiero pensar aún en un final feliz, pero sí puedo decir que esto no es un sueño sino el premio al esfuerzo de centenares de personas", dijo. Sabe que campeonará , pero no lo dice. Muy británico él.