PORTUGALETE 2: Borja, Goiria, Olaeta, Iker León, Galder, Gorroño (Alberto, m. 71), Otero, Vidal, Mario (Del Olmo, m. 83), Edu Muñoz y Arzubiaga (Urko Vera, m. 49).

DON BENITO 0: Flavio, Checho, Vicente (Mendi, m. 26), Gabi, Dani, Alberto, Gonzalo (Miguel Angel, m. 61), Teo (Julio Cobos, m. 52), Bermúdez y Serrano.

GOLES: 1-0. M. 30. Arzubiaga. 2-0. M. 57. Gorroño.

ARBITRO: González Pelayo (C. Cántabro). Amonestó a Mario por los locales y a los visitantes Javi González, Gabi, Gonzalo, Miguel Angel, Cobos y a Ricardo Serna. Roja Jordán en el 90.

No pudo ser. El largo viaje hasta tierras vascas resultó frustrante. El Don Benito no pudo en la noche de ayer con el Portugalete. Cayó derrotado en un buen partido. Jugado de poder a poder, con dos equipos entregados en la faena en busca de un premio gordo en la cuarta ronda de la Copa del Rey.

El partido estuvo muy abierto y cualquiera de los dos equipos podía adelantarse en el marcador. No estuvieron afortunados los delanteros dombenitenses en su labor, como tampoco lo estuvo la defensa en la jugada del primer gol. Una desafortunada jugada propició la lesión del defensa Vicente, que tuvo que abandonar prematuramente el terreno de juego en camilla. El parón de juego enfrió a los rojiblancos y Mario aprovechó el despiste generalizado de la zaga para propiciar la jugada del primer gol local. Sacó rápido una falta sobre su compañero Gorroño, que evitó la salida desesperada de Flavio y puso en balón en bandeja para que Arzubiaga remachara en la boca de gol.

Tocaba sufrir para remontar. Los de Serna querían la igualada antes del descanso. Pusieron empeño, pero también precipitación. Quedaba mucho tiempo, pero prefirieron el juego directo que favorecía las labores defensivas de los gualdinegros.

TRAS EL DESCANSO El pitido del colegiado tras la salida del vestuario dió paso a un Don Benito reconstituido. Saltó al césped con brío, pero apenas doce minutos tardó en dar la puntilla el conjunto vizcaíno. En una rápida jugada al contragolpe Mario puso el balón en las botas de su compañero Gorroño, que se inventó un soberbio disparo. El balón se coló por la escuadra de la portería de Flavio.

Con dos goles a favor el Portugalete cedió metros a su rival y esperó la oportunidad para dar la puntilla final. El esfuerzo pasaba factura y las prisas no eran las mejores compañeras de viaje.

El Don Benito lo intentaba una y otra vez pero chocaba contra un muro. Llegaba y no marcaba. La historia se repetía como el estribillo de una canción. Pero lo peor era que los portugalujos, espoleados por su público, encontraron en las contras la fórmula para encoger a su rival. De nada sirvió la insistencia del Don Benito. Sobraba cansancio y faltaban ideas. El bombeo de balones y los desplazamientos largos sobre los hombres más adelantados no encontraban el destino deseado. Los anfitriones crecían a cada minuto y los visitantes se veían impotentes para desbordarlos. El tiempo corría en su contra. La grada rugía y llevaba en volandas a su equipo al grito de ´campeones, campeones´. Así se veía el Portugalete y, en la recta final del encuentro no dudó en desprenderse del balón. Golpeo largo del balón para alejarlo de su parcela y otra vez a empezar a elaborar el ataque. Era materia imposible. La hora se echaba encima y la victoria se quedaba en casa.