No estaba contento Adolfo Muñoz, entrenador del Cacereño, con el empate. Lógico. Su equipo había dado un paso atrás cediendo dos puntos ante un rival teóricamente inferior. Justamente lo contrario que Miguel Ángel Ávila, técnico del Cacereño, quien asumió que «emocionalmente» empatar en el Príncipe Felipe, en su ciudad, es una sensación especial.

Muñoz puso el acento en que su oponente «dejó claro desde el principio que no venía a jugar» y que para ello «quería perder tiempo» en cada acción. Aun reconociendo que el Arroyo «hizo lo que tenía que hacer», contó con la colaboración del árbitro. «Estamos todos para favorecer el fútbol. Si un equipo quiere que se pare el juego, parece difícil que pase». Tambíén aludió al terreno de juego del Príncipe Felipe, que está «horroroso».

Asumió que el Arroyo había tenido «dos ocasiones claras» y que su equipo no había estado fino tampoco en la definición ni en la construcción precisamente por el pésimo césped, «aunque no es excusa».

Mientras, Ávila incidió en el comportamiento de su equipo, «que se ha puesto el mono de trabajo» y que incluso podría haber conseguido un mejor resultado. «Emocionalmente esto era más que un partido normal y moralmente a los jugadores les va a venir muy bien». Del mismo modo, el técnico visitante no quiso personalizar en ningún nombre, como el de Javi González, como el mejor de su equipo. Sí dedicó el punto a Juanjo Polo. El central, ex del conjunto verde, no pudo jugar debido a una lesión. «Este punto es para él porque era un partido muy especial». Ávila dijo que ahora lo importante es el choque del próximo domingo ante el Montijo, que espera que se resuelva con triunfo. «Hoy (por ayer) hemos hecho un partido muy completo», abundó sobre el empate.