Hubo un tiempo en que la afición de Almendralejo, la del Extremadura, fue reconocida como la mejor afición de Primera División. Hay cosas que no pasan por casualidad. Hace dos décadas de aquello, pero la herencia es la misma. Cordial, amigable, insistente, fiel y, sobre todo, por encima de todas las cosas, deportiva. Durante toda la temporada, los casi 200 fieles que nunca han fallado a una cita azulgrana, han dado una lección de fair play en todos los campos. Ayer no sólo repitieron, sino que impregnaron a cada uno de los jugadores un punto más de motivación extra para una final que debía terminó haciéndoles de Segunda B.

El 29 de mayo quedará siempre grabado para la afición de Almendralejo. Desde bien temprano, un sinfín de seguidores realizaron una gran pitada con sus coches por todas las calles de la ciudad hasta desembocar en el hotel, donde los jugadores, estupefactos y anonadados, salieron a recibirles. La estampa, mírenla, era conmovedora. Luego celebraron una jornada de convivencia entre paella y montaditos, donde el fútbol pasa a un segundo plano y quedan los buenos momentos, las charlas de domingo y los amigos de siempre. El fútbol, no lo olviden, sólo está para unir. Nunca para separar. Eso lo saben bien en el Extremadura.

Una serpiente azulgrana rodeó las inmediaciones del Francisco de la Hera para recibir al autobús del equipo pasadas las cuatro de la tarde. Hora y media después, aquella serpiente se convirtió en un león que empezó a rugir sin parar desde la grada de preferencia. Una fiereza que no hiere, pero que asusta y desgarra a los rivales. Lo saben bien los jugadores, que nada más acabar el partido sólo tenían elogios para ellos. Pereira, el más transparente, lo dijo claro: "esta gente es la ostia. Es increíble. Son de Primera División y la gente de fuera lo sabe. Es para ellos este ascenso". No hay mucho más que añadir.

Ni los últimos ascensos habían levantado tanta expectación como éste. Eso se vio en la celebración en la tradicional Fuente de las Ranas, con medio Almendralejo pendiente de sus héroes y el otro medio metido en el agua. Hasta Marrero y Pedro José se dieron el chapuzón merecido. La comunión fue perfecta entre afición, plantilla y directiva.

Quien sabe si el ascenso supone un nuevo punto de inflexión. Es posible. En Almendralejo, el Extremadura ha vuelto a la palestra de la actualidad. En la calle, en las radios, en los rincones y en los bares. El Extremadura está de vuelta. Y lo más importante, lo está su afición, que siempre ha sido de superior categoría.