Mandela quería venir, pero la tragedia familiar que ha sufrido con la muerte de su biznieta se lo ha impedido. Pero él nos ha dicho: "El espectáculo debe comenzar, ¡disfrutarlo!". La voz de Jacob Zuma, el presidente de Suráfrica, atronó ayer en el estadio de Soccer City, esa multicolor calabaza que tiene forma de estadio. Es el templo del fútbol africano con aspecto de gigantesca taza que acogió el inicio del Mundial. Africa se hizo oír. Y no solo por las vuvuzelas , esas trompetas cuyo sonido se hace eterno haciendo casi imposible hablar a un metro de distancia, sino que también se hizo oír por su fútbol.

A punto estuvo ayer de dar el gran golpe en el día que ha esperado prácticamente desde 1995. Suráfrica empató en el partido inaugural ante México (1-1), a pesar de que tuvo el triunfo en las manos. No solo marcó primer con un golazo de Tshabalala sino que en el último minuto Mphela, el estilizado delantero que ocupó el lugar del gordo McCarthy, estrelló un balón en el poste mexicano. Antes, un gol del azulgrana Márquez había silenciado las vuvuzelas .

Ese silencio en el estadio duró, sin embargo, muy poco. Acabado el partido, el país entero estaba disfrutando de la fiesta, como le había pedido Mandela. Pero no fue como ellos pretendían. "El sueño se ha hecho realidad", anunció ayer Sepp Blatter, el presidente de la FIFA, afectado, como todos, por la ausencia de Mandela, el icono de la libertad y del perdón en un país que tan solo lleva tres lustros intentando vivir en la normalidad después de soportar el apartheid. Ayer, cada balón que tocaban los surafricanos estaba impulsado por millones de compatriotas, convencidos de que es el camino adecuado hacia la convivencia tras casi cuatro siglos de profundas batallas raciales.

DUELO POR ZENANI "La nación está en duelo", dijo Zuma, el presidente del país. "Tu espíritu está aquí", apuntó Blatter, que envió una carta a Mandela para mostrarle su pésame por la muerte de Zenani, su biznieta de 13 años, en un accidente de tráfico. El conductor del coche, que iba ebrio, según la policía, ha sido acusado de homicidio. Mientras, Mandela y su familia asistían desde su casa, ubicada en el exclusivo barrio de Hougthon, a la inauguración del Mundial que debe cambiar el país, como ya sucedió con el de rugby en 1995. Entonces, él sí pudo pisar el Ellis Park, el estadio donde jugará hoy la Argentina de Messi. Y de Maradona, claro, ante Nigeria. Un viejo escenario (fue construido en 1928 solo para jugar a rugby, después terminó siendo demolido y reconstruido en 1982) para albergar la aparición más esperada. La de Messi.

España, sin embargo, todavía se hace esperar más. Antes, irán desfilando, una a una, las grandes favoritas: hoy comparece Inglaterra ante EEUU, mañaña la enigmática Alemania, el lunes Italia inicia la defensa de su corona y el martes pisan la hierba Brasil y Portugal. Pero España, que quiere hacer oír su voz en Africa como nunca ha hecho en un Mundial, está condenada a aguardar hasta el miércoles en Durban para debutar ante Suiza. Ahí saldrá la selección más culé de los últimos 16 años, dirigida curiosamente por un madridista de raza: Del Bosque. Pero el fútbol, como se vio ayer, no entiende de razas ni de colores. Se acabó la hora favoritismo para dar paso al fútbol, a la lucha sobre el césped, al espectáculo que durante un mes dejará ensimismado al mundo entero. Y para empezar, le dio la primera recompensa a Africa.