Lleva tres temporadas en Almendralejo. Nunca se le vio enfadado. Nunca alzó la voz en dirección contraria. Nunca bajó los brazos en un partido, aún con la suerte de espalda. Fue siempre de cara. Profesional como el que más. Ayer, este asturiano de 32 años que desde aquella heróica permanencia del 2017 en Segunda B se convirtió para siempre en un valiente de la afición azulgrana, volvió a dejarnos una de esas reflexiones de las que parece estar huérfanas el fútbol en unos tiempos donde el egocentrismo, el ansia mediática y hasta el Instagram nubla la visión más corporativa de los futbolistas.

¿Echas de menos jugar más?, le preguntaron desde la bancada de prensa: «yo siempre aprieto. Voy a parecer repetitivo en esto. Ahora es lo que me toca. Claro que me encantaría jugar más, pero lo que tengo que hacer es ayudar a mis compañeros y a los que están jugando. Trabajar duro para que ellos vean que yo aprieto y ellos sean mejores. Para que el equipo se contagie y también apriete. Por eso somos un equipo, porque tenemos que ir juntos. Esto no lo saca un entrenador o un jugador, sino todos. Seguiré apretando para mejorar y para cuando me toque jugar, hacerlo aún mejor». Palabra de capitán.

Cada vez que Aitor sale a la palestra, la afición azulgrana abre las orejas. Es uno de esos futbolistas de equipo que todo entrenador quiere tener: «claro que hay cosas que a nivel personal no me gustan, pero tenemos que trabajar con profesionalidad y siempre buscando lo mejor del equipo. Del Extremadura».

El guerrero asturiano sólo ha disputado ocho encuentros en lo que va de Liga, siete de ellos como titular. Desde la llegada de Rodri, sólo jugó los 90 minutos de Zaragoza por la sanción por acumulación de Alex Díez. Pero a pesar de ello, Aitor no pierde ni la calma ni el ánimo. Nadie le regaló nunca nada, como alguna vez ha comentado, y confía mucho en su fuerza de voluntad para demostrar que puede tener minutos en este Extremadura de Segunda.

Retorno

Para Aitor, el del domingo en Lugo será un partido especial porque supondrá una vuelta al Anxo Carro, un estadio que fue suyo en un año especial, el del ascenso del Lugo en el año 2011. Aquel ascenso, con Aitor de titular en las filas gallegas, se fraguó en una tanda de penaltis taquicárdica en el Ramón de Carranza, ante el Cádiz. «Fue un año redondo. Hice una gran temporada en lo personal y siempre me pone contento volver allí. Fue un año bonito porque en Lugo llevaban 20 años sin fútbol profesional».

El futbolista azulgrana avisa de las dificultades del Anxo Carro y del Lugo: «es un campo donde juega un equipo muy bien al fútbol y con un estilo muy marcado. Suele ser difícil sacar puntos porque somete mucho a los rivales».

Pero la de Aitor Fernández no será la única vuelta al Anxo Carro. Hasta tres jugadores azulgranas más militaron en alguna ocasión en las filas del Lugo. Otro de ellos es Rennella, quien en Lugo hizo su mejor temporada en Segunda División anotando 13 goles. Hace dos temporadas estuvo Marcelo Djalo, cuyo año en Galicia le sirvió para firmar después por el Fulham. Y el paso más reciente lo ha protagonizado Chuli. El delantero cedido por el Getafe al Extremadura ya estuvo cedido el pasado año en Lugo. Sólo estuvo seis meses, aunque su paso fue gris anotando sólo un gol.

De otro lado, la dirección deportiva azulgrana sigue trabajado a contrarreloj para tratar de liberar masa salarial y poder inscribir definitivamente a Casto Espinosa en la plantilla. El guardameta extremeño aguanta impaciente la noticia. Mientras, el que sí se prepara para debutar es el último fichaje, Javi Álamo, cuyo ritmo en los entrenamientos va creciendo exponencial y paulatinamente.