Tristeza pero orgullo en el Al-Qazeres tras la derrota. Lágrimas en jugadoras, técnicos y directivos, pero el convencimiento de que se ha dado el máximo. Y, cuando eso sucede, nada se puede reprochar.

Su entrenador, Jacinto Carbajal, es un tipo modesto, de los que huyen de las cámaras, de los que no quiere quitarle ni protagonismo a sus chicas. Hoy mismo estará de nuevo dirigiendo un grupo de minibasket después de cuatro días vertiginosos, de emociones encontradas. "Somos un club familiar, de cantera. Todo esto lo ha montado Alberto Montes el presidente y los padres. Ahora hay caras largas, pero hay que estar muy contentos. Hemos sembrado una semilla muy buena durante este año, algo impensable. Meter 1.400 personas en este pabellón nadie se lo imaginaba. Solo con eso creo que hemos ganado", indicó.

Sobre el partido en sí, afirmó que había sido "muy físico" y se refirió como "determinante" el parcial del segundo cuarto, cuando "no hemos sabido frenarlas. Hemos tenido luego mucha igualdad, mucha raza. Parecía que podíamos volver a meternos en el partido y ha sido así. Al final ha sido por detalles: un rebote que no coges, una pérdida de balón... El factor físico ha estado ahí. UPV también tenía pocas jugadoras, pero les ha pesado menos el cansancio de los cuatro días", analizaba, apuntando también al acierto en los tiros libres del rival y las pérdidas de balón de su equipo.

Representando al vestuario, la capitana Jara Salgado se expresaba en términos similares: "Han sido cuatro partidos seguidos y nos han pesado. También los nervios. Estoy muy orgullosa de mi equipo porque lo ha dado todo. Hemos conseguido llenar el pabellón, que Extremadura entera nos apoyase. Ni pensábamos que esto fuera así. Ahora estamos de bajón, pero en un rato se nos pasará. Tendremos más oportunidades en el futuro".