De regalos, nada. No hace muchos años a Manolo Saiz le costó la amistad de Laurent Jalabert el hecho de no defender el jersey amarillo que el ciclista francés, hoy comentarista en la televisión de su país, exhibía con orgullo entre sus paisanos. La decisión táctica ya está tomada. Los compañeros de Alejandro Valverde se emplearán hoy a fondo por segundo día consecutivo para que el murciano llegue como líder del Tour a la cita con la contrarreloj de mañana. Así podrá salir el último. Así tendrá la ventaja de conocer las referencias de tiempo de sus rivales en la pelea por la general de la grande boucle.

"La intención que tenemos es trabajar un día más a tope", explicó Alejandro Valverde a este diario. "Sería una locura mantener este ritmo de trabajo durante todo el Tour. Después de la contrarreloj no nos vendría nada mal que fructificara una escapada", añadió ayer Eusebio Unzué, mánager del Caisse d´Epargne, cargo que ha heredado el técnico navarro tras la retirada de José Miguel Echávarri como principal mentor del equipo que a lo largo de más de 20 años ha tenido diversas denominaciones; de Reynolds a Banesto, para convertirse luego en Illes Balears y ahora en Caisse d´Epargne, con patrocinio francés, puesto que el mecenazgo ciclista está más vivo en el extranjero.

LAS LEYENDAS Inventa la leyenda que Eddy Merckx fue el último en vestirse de amarillo de principio a fin del Tour. Sin embargo, el Caníbal, pese a su aplastante dominio, era algo más cauto. Jacques Anquetil a punto estuvo en 1961 de conseguir la hazaña. Pero André Darrigade ganó el primer sector de la primera etapa e impidió al corredor normando el gozo de pasearse por su país con el amarillo desde el inicio. De hecho, para encontrar la proeza hay que retroceder hasta 1935 y acordarse del belga Romain Maes, líder desde el primer día.

Esta locura, aunque pudiera, no se le ocurre a Valverde. De hecho, el objetivo del equipo es que el murciano parta mañana en Cholet por detrás de Cadel Evans, quinto de la general, y así conozca sus referencias. Además, es posible que no tengan ni que esperar a la escapada que pronostica Unzué, puesto que lo más normal es que la victoria corresponda a un especialista como Fabian Cancellara, que ansía el jersey amarillo, que está en forma, que es el campeón del mundo de la especialidad y que ya ayer intentó sin éxito la victoria de etapa.

Porque un triunfo de etapa en el Tour cuesta su precio en oro, sobre todo en esta edición donde los velocistas apenas van a contar con cinco oportunidades, si se descuenta la festiva jornada final de los Campos Elíseos. Ayer, en Saint-Brieuc, en la costa bretona, el noruego Thor Hushovd se reivindicó como el esprinter más en forma al imponerse, además, en una llegada que también gozaba de cierta inclinación hacia arriba. Por esta razón, y también para evitar las caídas, hasta hubo un instante en el que pareció que Valverde volvía a insistir en la batalla del esprint.

LAS ORDENES De hecho, el murciano no hacía otra cosa que seguir las instrucciones que le enviaba Unzué y que escuchaba por el pinganillo de la oreja. "Ten cuidado que no vayan a picar tiempo". El miraba a un lado y otro, buscaba espacios libres para esquivar el contacto con bicicletas peligrosas, las que se retuercen de derecha a izquierda bajo el impulso de las piernas de los velocistas. Cuando vio que no había peligro y que tampoco existía posibilidad alguna de que se produjera un corte, Valverde, el jersey amarillo, se descolgó hasta la 12 segunda plaza.