«A lo mejor me ha faltado tener un padrino…». Alex Hernández Galán (Valladolid, 4 de junio de 1986) comenta distendidamente el hecho de que su trayectoria, sin ser en absoluto desdeñable, haya transcurrido en su mayoría en clubs de Tercera División, «eso sí, casi siempre con aspiraciones a jugar liguillas de ascenso», y no más arriba, como muchos han visto en función de sus condiciones. El meta del Coria tiene tras de sí una legión de compañeros y seguidores del fútbol extremeño que le sitúan entre los grandes del panorama regional en su demarcación, pero ello no le ha hecho ascender más escalones.

Alex, un tipo tranquilo, no le da mucha importancia a este hecho y se centra en prepararse a conciencia para la gran cita del playoff de ascenso a Segunda B, de un lado, y para las oposiciones a bombero, de otro. «No sé cuánto me queda, y aunque nosotros parece que resistimos más físicamente, estaré hasta que me vea bien y no se note que ya voy para abajo», agrega el futbolista.

En el horizonte, un duelo ante el Cacereño, primer club de fútbol en el que jugó, el de la ciudad en la que tiene su vida «porque me vine cuando tenía 5 o 6 años», acota. Cuando era juvenil, hace 15 años, fue convocado para el equipo de Segunda B. Alguna lesión y alguna otra circunstancia se interpusieron para frenar la progresión.

Antes hay que tirar de intrahistoria. «Era jugador de campo, y técnicamente muy bueno; no era portero, que era yo», dice su amigo Ignacio Casillas, meta ahora en Polonia, sobre su primera época del AD Extremadura de fútbol sala, al que había llegado desde el Diocesano. Eran ambos alevines en un equipo entrenado por José Luis Moreno y en el que también jugaba otro ilustre de fútbol sala nacional, Jorge Bellvert. Después llegaría el Cacereño «con Rúa y Cecilio», recuerda y ahí empezó su carrera como futbolista. Era entonces cadete de segundo año.

Tras salir del Cacereño, llegó el Moralo, con el que completó un muy buen trabajo. «Se interesó por mí entonces el Racing de Santander, pero aquello se estropeó». Después, Don Benito, Cerro de Reyes (ascenso «con Cachola de presidente»), Arroyo, Badajoz, Arandina, un año en blanco por las oposiciones, Coria (primera etapa), UP Plasencia y de nuevo Coria, donde cumple su tercera temporada consecutiva.

«Me quedo con la experiencia de haber vivido lo que tiene el fútbol de bonito, como es viajar, conocer ciudades y sobre todo que te quedan muchos amigos; Lo peor, la distancia de la familia y los amigos que no ves mucho y las lesiones», dice Alex, hijo de un guardameta clásico del fútbol y el fútbol sala local: Manolo Jordán, actual entrenador de porteros del Diocesano.

En relación al playoff, espera Alex que se juegue, «aunque no las tengo todas conmigo porque ahora se abren las fronteras; ya veremos lo que pasa» y que, en cualquier caso, el equipo de Rai, se piensa que «tenemos esperanzas de subir, aunque la presión la tienen el Cacereño y el Villanovense, que se han gastado mucho dinero y son los favoritos». Lo de que le sirva el empate ante el CPC, comenta, «es un arma de doble filo».

Desvela Alex que hace cuatro temporadas tuvo la opción de volver al Cacereño. “Me había comprometido ya con el Plasencia, y además, me llamaron Aarón y Kevin, que eran los que estaban haciendo el equipo; a mí que un compañero de plantilla me llamara no me dio buena espina, no sé». Subraya el cancerbero que el del Coria es uno de los vestuarios más positivos que ha conocido en su carrera. «Somos una familia, incluidos los directivos, que siempre nos están apoyando y viendo los entrenamientos», agrega.

En relación a su futuro y las oposiciones a bombero, afirma que se está preparando a conciencia y que su condición de futbolista le ayuda a nivel físico, aunque comenta que es más importante lo académico. Alex Hernández, el portero imperturbable.