«Cuando lo he visto salir a las once de la mañana, con la pista fría, he pensado: ‘¡Míralo, ahí está, puro coraje, valiente, un Márquez!’. Y, sí, a las siete vueltas se ha caído. Pero me ha gustado verle tan valiente el primer día».

Marc Márquez no cesa de elogiar a su hermano y de reconocer que muchos otros pilotos no han querido, en los últimos dos años, pese a recibir la misma oferta que Alex, fichar por el equipo Repsol Honda y aceptar el reto de ser su compañero de boxe. «Y eso es lo que más me gusta de Alex, que en cuanto ha tenido la oportunidad la ha cogido con fuerza, ilusión, coraje y determinación. Yo no he intervenido en nada. Ni apretando a Honda ni calentado a Alex. Es su carrera. Yo, si puedo, le ayudaré, pero es su camino y él sabe bien que su primer adversario soy yo. Yo solo sé que, desde ahora, mi compañero de boxe es el campeón de Moto2 y, mira, resulta que es mi hermano Alex».

Alex, en efecto, estaba impactado por el recibimiento que le ha dado MotoGP, la pista, la poderosa Honda RC213V y, sobre todo, el tortazo que se ha dado a los 11 minutos de estrenarse como magnífico o aspirante a ello. «Ha sido la típica caía de novato en Valencia. Iba a ser, seguro, en la curva 4 o en la 10, y ha sido en la 10. Suerte que la he visto llegar. Luego, he ido ganando confianza, he ido sintiéndome cómodo, notando la tremenda potencia del motor, el gran agarre de los neumáticos y, sobre todo, lo mucho y bien que frenan los discos de carbono. Y, sí, he ido mejorando, aunque me queda un mundo por delante».

Marc y Alex son tremendamente felices de hacer el camino juntos, de confeccionar un equipo histórico, único, pero saben separar lo familiar de lo profesional, la vida en casa y la vida en el circuito, y, por supuesto, sus objetivos inmediatos: seguir ganando en el caso de Marc, y aprender, crecer, mejorar, avanzar, rebajar el crono en el caso de Alex.

«Se lo dije cuando el lunes me dijo que iba a aceptar el reto de venir a Honda. Le dije que debería soportar mucha presión, pero está acostumbrado. Aquí nadie regala nada. Y también le dije, de ahí que no se haya llevado ninguna sorpresa al caerse, que viviría la experiencia de caerse muchas veces hasta conocer los límites de la Honda», relata Marc.