Alejandro Reyes Abad (Cáceres, 17-12-1993) es hijo de la ACB, de un jugador ACB, Miguel Angel Reyes, y espera algún día retornar a una competición en la que ya debutó siendo un crío, con 17 años, en las filas del Blancos de Rueda Valladolid. El basket en la sangre, por descontado, y con visos de progreso: esta última campaña ha estado en el Cocinas.com de La Rioja, a caballo entre la LEB Oro (2,6 puntos en 10 minutos) y muy buenas actuaciones en el filial de EBA (16,4 puntos y 7,1 rebotes en 31 minutos).

En realidad, a Alejandro casi nadie le llama así. El es Alex Reyes, el mayor de una estirpe que también incluye a Alvaro (18 años, en las categorías de formación del CBA Canario) y Alonso (10). Todos altísimos, como corresponde a padres largos como Miguel, que está en los 2,08, y la palentina Cuca Abad.

El chico mayor alcanza los dos metros justos. "Parece que voy a ser el más bajo de los tres", masculla. Pero de momento va por delante en el baloncesto, una pasión heredada. "Cuando era más crío, escuchaba menos a mi padre. Todo me parecían ataques. Ahora he empezado a hacerle más caso", reconoce. No, Reyes padre no fue un cualquiera: jugó 449 partidos en la actualmente denominada Liga Endesa entre 1986 y 2000 entre Valladolid, Cáceres, Cantabria y Vitoria. Y hasta se asomó la internacionalidad en 1992.

Hacia arriba

Alex Reyes nació en el segundo de los tres años que su progenitor vistió de verdinegro, pero ha crecido lejos. "Nos fuimos cuando era muy niño y no recuerdo nada de Cáceres, aunque voy todos los años a ver a los abuelos y a más familia que nos queda", afirma.

Después de debutar en la ACB de la mano de Porfi Fisac, se marchó a Lugo y estuvo bajo la disciplina del Breogán durante tres temporadas. "Estaba asignado al filial de EBA y pude jugar poco en el primer equipo, pero me vino muy bien aquello, acostumbrarme a un nivel de exigencia física", explica. Eso le valió para disfrutar de oportunidades en la segunda categoría nacional en el Cocinas.com. "Creo que en Logroño he cumplido en las oportunidades que he tenido, ayudando en lo que he podido. El entrenador me dio confianza y no me fue mal", analiza.

Según confiesa, solamente ha podido ver a su padre en vídeo. "Tengo algún recuerdo de estar en pabellones con él en la pista, pero yo poco pendiente en la grada, haciendo cosas de niño", reconoce. Ambos comparten un cierto paralelismo: estar a medio camino entre el '3' y el '4'. Parece que Alex se quedará como alero ("me siento mejor ahí, aunque si tengo que echar una mano por dentro lo hago"), mientras que Miguel Angel pareció siempre más cómodo actuando de pívot.

¿Y el futuro? "No lo sé. En principio me gustaría quedarme en Logroño porque es un buen sitio para mí, aunque todavía no se sabe nada", responde. Sigue de cerca lo que sucede en el Cáceres Patrimonio de la Humanidad, sobre el que da por hecho que estará en Oro. Su padre y el entrenador del equipo, Ñete Bohigas trabajaron juntos durante años.

Paralelamente, estudia Psicología a distancia. "Voy poco a poco, con tranquilidad", apunta. No hay que borrar su nombre de la agenda, no.