Todo según lo previsto. El de Turquía resultó de esos grandes premios en los que la emoción de una carrera se desvanece entre los sesudos cálculos de los ingenieros de F-1. Ganó Felipe Massa porque arrancaba desde la pole. Ninguna sorpresa. Le acompañaron en el podio un McLaren y el otro Ferrari. Lo esperado. Y después, los dos BMW. Todo ordenadito. Fernando Alonso navegó en tierra de nadie, porque Renault es ahora cabeza de ratón de los equipos medianos y la cola de león de los más poderosos. Solo un error de Heikki Kovalainen le permitió mejorar en un peldaño el séptimo puesto que la jerarquía tecnológica le asigna al R28.

Los momentos de diversión para el español se ciñeron a las tres primeras vueltas. Y eso que no arrancó bien. "Me quedé patinando un poco", reconoció. Con todo, adelantó a Mark Webber antes de la primera curva, conde se encontró a Kovalainen cerrando el paso a Kimi Raikkonen por el interior. Los dos finlandeses se tocaron y Alonso los pasó.

Así que Alonso se vio en la cuarta posición tras Massa, Lewis Hamilton y Robert Kubica cuando el coche de seguridad entró en pista mientras las grúas retiraban el Force India de Giancarlo Fisichella. El italiano se llevó por delante al Williams de Kazuki Nakajima de una forma tan espectacular como incomprensible en la frenada de la primera curva.

"Intenté tirar para sacar la máxima distancia a Mark Webber antes de la primera parada porque sabía que él iba más largo", desveló Alonso. Salvó su puesto ante el australiano pero lo perdió frente al más competitivo BMW de Nick Heidfeld que se detuvo seis vueltas después. A partir de ahí, "corrí solo, sin nadie por delante, ni nadie por detrás". Solo, solo. Por no encontrar, no se encontró "ni doblados". Allí se quedó, sexto, donde le enviaban todos los cálculos, todas las simulaciones.

UNA MIRADITA A LA TELE Aburrido y aislado, de vez en cuando echó un ojo a las pantallas gigantes del circuito para ver cómo iba la cosa por delante. Massa no era capaz de alejar a Hamilton de su alerón trasero, pero el brasileño encuentra en Estambul la seguridad, la serenidad, y la velocidad que a veces pierde en otros trazados. El inglés realizó una temprana visita al box, dejando al descubierto su estrategia a tres paradas que le descartaba de la lucha por el triunfo y ponía en peligro la segunda posición frente a Kimi Raikkonen que rebasó a Kubica en el primer repostaje.

Con una parada más que los Ferrari, Hamilton estaba obligado a adelantar a Massa para aprovechar su menor carga de gasolina y ganar el tiempo suficiente para hacer frente a Raikkonen. Y lo consumó en la frenada de la contrarrecta, puede que con menos oposición de la esperada del brasileño que tenía asegurado su triunfo en el circuito donde ganó su primera carrera, donde el año pasado gritó que quería ser campeón y donde ayer, de nuevo, se sintió aspirante al título. Tal vez no le importaba que Hamilton restara puntos a su compañero-rival Raikkonen como líder del Mundial. Desde luego, no fue el mismo Massa que intentaba mantener por lo civil o lo criminal su posición frente a Alonso el año pasado.

CONSERVADURISMO Hamilton regresó a pista con solo medio segundo de ventaja sobre Raikkonen y el finlandés, que nunca corre para la galería, ni siquiera amagó para adelantar al inglés en las 14 vueltas que restaban.

Un tercer puesto le iba bien al finlandés en un fin de semana en el que nunca le salieron bien las cosas. Solo ha perdido dos puntos de ventaja sobre el segundo, que ahora comparten Lewis Hamilton y Felipe Massa, los otros dos candidatos al título. Muy atrás, Fernando Alonso da muestras de sopor e intenta no pensar en la época en la que era él el centro de los cálculos para proclamarse campeón.