Fernando Alonso estaba ayer eufórico. No le faltaban razones para mostrarse sonriente. Había sido uno de los grandes protagonistas del Gran Premio de Alemania. Había terminado, por séptima vez, en el podio. Se había codeado con los tres pilotos que, algún día, quizá se disputarán el volante del Ferrari de Michael Schumacher (Jenson Button, Kimi Raikkonen y Juan Pablo Montoya). De dos de esos pulsos (con Raikkonen, a quien derrotó en la salida, y con Montoya) había salido vencedor. Sólo había cedido ante el empuje de Button. Había protagonizado una salida fulminante, espectacular ("si tengo 100 o 200 metros más, hasta me hubiese atrevido con Michael", dijo) y volvió a salir vencedor de su pulso con su compañero de equipo, el italiano Jarno Trulli, que, por cierto, ya ha anunciado que dejará Renault al finalizar la presente temporada.

Todo eso hacía muy feliz a Alonso. "Nadie se esperaba un resultado así, por eso estamos más contentos de lo normal", empezó diciendo el asturiano. "Carreras como ésta se convierten en muy especiales para un piloto, y supongo que para los aficionados, pues ha habido muchas imágenes de las que disfrutar".

Alonso reconoció que había "disfrutado y sufrido casi a partes iguales. Disfrutaba cuando llegaba a la curva, pero en la recta sufría horrores, sobre todo cuando llegábamos emparejados a más de 300 km/h, rueda con rueda, y sin saber quien iba a ceder. Fue muy vibrante y una experiencia única".

PROXIMAS CITAS Alonso, que aseguró que tanto en Hungría (15 de agosto) como en Bélgica (Spa Francorchamps, 29 de agosto) tiene de nuevo muchas posibilidades de subir al podio. "No hablo de ganar, porque ya ven cómo va Michael Schumacher, pero son dos de mis circuitos preferidos".