Dos triunfos de tres, 24 puntos de 30, tres podios de tres. Fernando Alonso encabeza el mundial con la tiranía del mejor piloto al volante del mejor coche. El Gran Premio de Bahrein fue una nueva demostración de talento por parte del piloto asturiano. Dominó los entrenamientos libres, fue el más rápido en las dos cronos y lideró de principio a fin la carrera sin el más mínimo error. Trulli, segundo, nunca llegó a inquietarle, y Raikkonen finalizó a un mundo de distancia. Para colocar un triple en el palmarés del asturiano faltaba la vuelta rápida en carrera, pero ese trofeo lo levantó Pedro de la Rosa. Fue el justo premio a una lección de combatividad. Adelantó a cuatro rivales y finalizó quintó tras verse obligado a dejar pasar a su compañero Raikkonen.

Ganar han ganado un puñado de elegidos, pero vencer como hace Fernando Alonso sólo está al alcance de los superdotados del deporte mundial. Ni un solo error, ni una pequeña pasada de frenada, ni una corrección en la trayectoria. Nada, absolutamente nada. Y eso es lo que diferencia a los más grandes. Michael Schumacher se había colocado segundo en la parrilla tras una intimidante segunda manga de calificación en la que Trulli cedió la segunda plaza y Alonso aguantó la pole con una vuelta perfecta. Allí estaban los dos en primera línea, el heptacampeón y su heredero, el nuevo Ferrari F2005 frente al gran Renault R25. Era lo que todo el mundo esperaba ver desde hacía tiempo.

DUELO AL SOL Y los dos se olvidaron del resto cuando se apagaron los semáforos. Alonso, preocupado por los problemas de arrancada que su coche había sufrido durante el fin de semana, perdió algo de tiempo al desembragar más lentamente para no calar, así que no le quedó más remedio que mirar por el retrovisor para tapar la progresión de Schumi. Tapó bien el hueco en la primera curva y tiró al máximo con un coche que no iba a su gusto.

El Kaiser estudió al asturiano durante las primeras cuatro vueltas y cedió algunos metros para no perder adherencia reduciendo la carga aerodinámica al situarse en la aspiración del Renault. Nunca estuvo a más de un segundo, y como una cobra comenzó a acercarse décima a décima en cada vuelta. Ya estaba sólo a 4 y en disposición de intentar adelantar a Alonso cuando la caja de cambios --uno de los talones de Aquiles del nuevo F2005-- perdió la carga hidráulica, el coche trabó una rueda y acabó fuera de la pista en la undécima vuelta de las 57 previstas en la carrera.

Con su gran enemigo fuera de combate, Alonso dejó de mirar para el retrovisor y tiró al máximo de su R25 que no acababa de ir a su gusto, tanto que no era capaz de distanciar a Jarno Trulli. Llegó con solo tres segundos de ventaja a la primera de las dos paradas en boxes para repostar. Allí su equipo modificó un reglaje aerodinámico y la presión de sus neumáticos. Entonces, sí, el R25 comenzó a volar. La distancia con Trulli fue en aumento y en la vuelta 30 el piloto asturiano redujo el régimen de revoluciones y logró conservar el motor para el Gran Premio de San Marino mientras contemplaba el destrozo de los neumáticos del Ferrari de Barrichello cuando le dobló a pocas vueltas del final.

Y eso le hubiera ocurrido también a Michael Schumacher. Por eso, Alonso no se inmutó cuando en las primeras vueltas fue acosado por el alemán, y por eso piensa que Ferrari tiene mucho camino que recorrer para igualarle, aunque queda mucha temporada hasta que termine el Mundial dentro de 16 carreras en China.

A CONSERVAR Por si acaso, limitó el régimen de su coche porque nadie le intimidaba y porque su compañero, Giancarlo Fisichella, había roto el motor del otro Renault en la cuarta vuelta. Para entonces, Pedro de la Rosa ya era el centro de la realización de la televisión bahraní. El catalán, que había pasado por la piedra a Kimi Raikkonen en la segunda calificación, salió octavo en la parrilla, justo por delante de su compañero al que se vio obligado a dejar pasar en la arrancada por evidentes órdenes de equipo. Pero, por ese pasillo se coló también el BAR Honda de Takuma Sato.

El japonés taponó al catalán en su remontada. De la Rosa intentó el adelantamiento en dos ocasiones y a la tercera se pasó de

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