Dicen que las victorias son la mejor medicina para los deportistas. Y Lewis Hamilton necesita ya un potente analgésico. Felipe Massa sale desde la pole en Estambul, su circuito fetiche, donde consiguió su primer triunfo, donde suma tres poles consecutivas, pero los McLaren andan en Turquía más cerca de los Ferrari que dos semanas atrás. Por eso Hamilton sueña con un triunfo que le alivie la jaqueca que le produce su pérdida de popularidad en Inglaterra, sus errores en la pista y el chantaje indirecto de un hacker.

Mientras tanto, lejos de la cabeza, Fernando Alonso parte en la séptima plaza. Pudo ser la quinta porque solo le separaron 32 milésimas del quinto puesto de Robert Kubica. Esa era la posición que esperaba el español, pero, presumiblemente, su equipo erró los cálculos de carga de gasolina, condicionados por una excepcional vuelta de Alonso en la segunda manga. "Cuando terminó la crono dos le dije al equipo que era una vuelta irrepetible porque habíamos tenido una suerte tremenda de pasar por sitios muy rápido, el coche no hizo ningún extraño y ganamos mucho tiempo".

MUCHA GASOLINA Pero no le hicieron el caso que él quería y le cargaron algo más de gasolina de la necesaria, ni siquiera para una vuelta más, pero suficiente para arruinarle la quinta plaza. Se le coló por delante el BMW de Kubica y el Red Bull de Mark Webber, ahora su principal enemigo: "La lucha habría que centrarla en intentar ganarle".

Sobre la pista no mejoraron las cosas y el dolor de cabeza de Hamilton siguió en aumento. Podía haber conseguido la pole, al menos, partir en la primera línea junto a Massa, pero increíblemente montó neumáticos duros y usados para su mejor intento, mientras todos los pilotos hicieron lo más eficaz: blandos y nuevos. "Pensé que tendría más consistencia, pero no ha sido una buena decisión", reconoció.

Su compañero Heikki Kovalainen logró mejor tiempo y solo los problemas de Raikkonen con el motor de su Ferrari ("el coche no acaba de ir bien", se quejó el finlandés) evitaron que Hamilton perdiera la tercera plaza.

Para colmo está siendo objeto de un chantaje indirecto. Su amigo desde la F-3, el piloto de Force India Adrian Sutil, entregó hace un año su portátil en una tienda para su reciclaje a cambio de una unidad nueva. Pero el viejo ordenador fue a parar a manos de un tipo hábil en la recuperación de datos y con pocos escrúpulos que ha exigido al piloto alemán 10.000 euros para no hacer públicos sus secretitos y los de Hamilton en forma de fotos y correos electrónicos.

Más problemas que se aliviarían ganando. No será fácil en el terreno de Massa, que ha logrado siempre pole desde que es piloto de Ferrari --tres seguidas--, ha ganado en los dos últimos años y ayer fue el más rápido. "Es una pista especial", dijo.