Sentado en la terraza del restaurante Stoke House, en playa de Santa Kilda, Jenson Button comentaba los titulares de la prensa australiana a su novia, la modelo hispanojaponesa Jessica Michibata. Aún le cuesta creer cómo han cambiado las cosas en tan poco tiempo. No solo porque el año pasado conducía el segundo peor coche, o porque hace un mes ya no existía la escudería y el inglés no encontraba acomodo en ningún otro de F-1.

Antes, mucho antes, los jefes del equipo buscaban otros pilotos, a una joven promesa y a un campeón. Querían a toda costa a Fernando Alonso. "Le esperaremos con un ramo de flores hasta el jueves de Melbourne", llegó a decir Ross Brawn. La escudería inglesa firmó el domingo el primer doblete, el premio a diseñar y construir un coche que parece invencible. Los patrocinadores comienzan a llegar. El futuro es alentador. Debería ser suficiente para hacerles olvidar que un día Alonso meditó tomar parte del proyecto. Pero no es así.

"Hicimos todo lo que pudimos para unirle a nuestro proyecto, pero no pudo ser. Es una pena", recuerda Nick Fry, el hombre que sucedió a David Richards como jefe del equipo BAR en el 2006. Es uno de los veteranos y una de las dos cabezas del equipo junto a Ross Brawn. Suele dar malas noticias, como los despidos. "Somos 700 personas y hablamos de reducir el personal a 430, que es el número que teníamos cuando éramos BAR", dice. "Somos un equipo privado".

SIN TRUCOS "No hay trucos, ni trampas. Los coches son perfectamente legales". Fry descarta que su escudería haya gastado más dinero que el resto como denuncian sus rivales. "Hemos gastado mucho menos que los demás, pero invertimos bien".

Comenzaron a preparar el diseño del coche del 2009 en diciembre del 2008 y, en junio, ya lo habían construido. Sabían que era un coche ganador y se lo enseñaron a Alonso durante el GP de Canadá. Allí comenzó su ofensiva por fichar al asturiano. Y, desde ese momento, no cesaron de evolucionar el monoplaza, hasta el punto de que se han guardado evoluciones para no asustar a la parroquia. Y, desde luego, ni temen la decisión de la FIA ni la capacidad de evolución de sus rivales. "Tenemos más cosas preparadas". Y eso es lo que asusta a todos.