Honda, que no está teniendo demasiada suerte pese al enorme esfuerzo y la gran inversión económica que está realizando en el mundo de la F-1, dio ayer un golpe de efecto de enormes dimensiones al contratar, como nuevo máximo responsable del equipo, al británico Ross Brawn, uno de los ingenieros que convirtió en campeón del mundo al alemán Michael Schumacher, tanto en su primera singladura en Benetton como, posteriormente, en los cinco títulos que encadenó como piloto de Ferrari.

Brawn, que curiosamente fue una de las sugerencias que le realizó Fernando Alonso al millonario austriaco Dieter Mateschitz, propietario del equipo Red Bull, para meditar su fichaje, es sin duda uno de los cerebros más privilegiados del gran circo.

Muchos piensan ahora que a los nombres de Renault y Red Bull, Alonso añada el de Honda a su debate para decidir donde correrá la próxima temporada. Algo parece cada vez más claro: el bicampeón solo quiere firmar por una temporada o, como mal menor, que el equipo por el que fiche le garantice una cláusula para irse si no está contento.