Un 25 de septiembre de 2005, Fernando Alonso logró en Brasil su primer título mundial. Cinco años después, otro 25 de septiembre, en Singapur, atrapó una pole contra pronóstico que le coloca en situación inmejorable para ganar la cuarta carrera del año, en una competida, vibrante, igualada, maravillosa lucha por el tercer entorchado mundial de F-1. No está nada mal.

Una vuelta perfecta le otorgó la pole dos semanas atrás en Monza. El trazado italiano se adaptaba como ningún otro a las características del F-10, sus largas rectas hurgaban en las poquísimas carencias de los Red Bull. El lento y ratonero trazado urbano de Singapur parecía terreno de nuevo para los coches diseñados por Adrian Newey. Y realmente así es.

ENFADO DE WEBBER Pero Mark Webber se marchó cabreado de la sesión, sin quitarse el casco, con paso ligero hacia el mismo hospitality , un signo inequívoco del gran cabreo. Sospecha que su coche no corre tanto como el de Sebastian Vettel a pesar de que estrenaba un flamante motor. "Fernando ha conseguido una pole merecida y espero que le vaya muy bien en la carrera", apuntó Webber. Toma ya recado para el equipo y para su compañero Vettel.

El alemán, presa de los nervios cometió "un error entre las curvas 13 a 17". "Toqué ligeramente el muro y perdí el ritmo". El joven piloto de Red Bull, un talento natural, está sufriendo más la presión que ningún otro entre los cinco candidatos al título. Todo lo contrario que Alonso. Si en Monza dio una vuelta perfecta para lograr la pole, ayer dos, separadas por solo 50 milésimas. "Y podía seguir dando vueltas como esas toda la noche, porque no había ningún sitio donde arriesgar más", dijo satisfecho, al bajarse del coche.

Ha recuperado esa mirada perdida de concentración absoluta, esa forma suya de pilotar al límite, de procesar todos los datos que adquiere como en un estado de éxtasis cuando lucha por un Mundial, algo que había perdido en los dos últimos años en Renault. El asturiano está un poco harto también de que se haga un recuento permanente de errores: "En mis carreras, en las de Hamilton, en las de Vettel...".

MENOS PRESION "Cuando hay un coche que domina sobre el circuito, pilotar es más fácil", señala Alonso. "Hay margen para no tener que arriesgar. No hay posibilidad de error", asegura. Y añade: "Con cinco pilotos que luchan por el título mundial, hay que arriesgar mucho más, en el pilotaje, con las estrategias, con los mecánicos en el cambio de ruedas".

Pero no es una cuestión de presión. "Yo no tengo más presión en Ferrari. Al contrario. Si no gano este año, sé que tendré un coche para luchar de nuevo por el título el año que viene, y al siguiente, y al siguiente... Para otros, puede que esta sea su única oportunidad".