Siento un bienestar absoluto", dijo ayer Fernando Alonso tras ganar el Gran Premio de Japón y colocarse matemáticamente a solo un punto de su segundo título mundial consecutivo en la fórmula 1. Debe ser una sensación como reposar en el cielo, flotando, feliz, liberado. Tiene que ser grande repetir corona con solo 25 años. Aunque a la vista de los acontecimientos de las últimas carreras, Fernando Alonso tiene razón en pedir cautela. "Falta un punto aún, pero lo tengo fácil. Ha sido un paso de gigante". La celebración del campeonato tendrá que esperar a Brasil. Mientras, el asturianose mostró agradecido: "Esta victoria se la dedico a toda España, a todos los que me apoyan en los circuitos o tras la televisión, a todo los que han estado junto a mí".

Michael Schumacher piensa ahora en el campeonato de constructores, un título más que ofrecer a Ferrari en su despedida. "El de pilotos está perdido, no quiero disputar una carrera con la esperanza de que mi rival mas directo se retire. Esta no es la forma en que quiero ganar el título", dijo después de abandonar con las lágrimas a punto de aflorar su coche en la hierba de Suzuka.

CELEBRACIONES Después de seis años sin averías en el motor, el humo blanco en el coche de Michael fue "la sorpresa del día", según Alonso. No se vio en la televisión, pero el asturiano celebró con el brazo en alto la rotura de su máximo rival cuando atravesó la nube de humo. "No creo que a ellos se les cayeran las lágrimas cuando yo abandoné en Hungría e Italia". Fernando dejó un escorzo más para su muestrario tras una victoria, la séptima de la temporada. "Era el ave fénix", dijo en relación a su gesto con los brazos como alas y una pierna levantada. Después de siete carreras, de seis victorias de Ferrari, de cinco de Schumacher, el asturiano volvió a lo alto del podio, a saborear el triunfo tras aquel lejano GP de Canadá. Ganó cuando más lo necesitaba, cuando la posición en la parrilla (salió quinto) le había borrado de muchas apuestas al título.

Movió su mano como El Chavo del ocho, esa serie mexicana de los 70 que tanta gracia le hace al Nano, un consumidor implacable de televisión. Después se subió a su coche en una celebración que él introdujo en la F-1 y gritó su ya clásico "toma, toma". Este año lo ha repetido en siete ocasiones, siete victorias que casi valen un título. Después bailó a lo Ronaldinho antes de abrazar a sus mecánicos. "Este equipo me ha dado durante dos años un coche para ser campeón. A veces fallé yo, como cuando me salí en Canadá en el 2005; otras ellos, y no pasa nada por decirlo". Después se subió al podio y pegó un salto al más puro estilo Schumacher, el derrotado.

Quizá alguien echó en falta un abrazo a Giancarlo Fisichella, pero el italiano tenía la cabeza en otro sitio. No estaba para celebraciones tras conocer el fallecimiento de una persona muy cercana, Tonino Visciani, el segundo