Está siendo uno de los futbolistas revelación en el grupo XIV de Tercera División y ya diversos clubs de superior categoría siguen sus pasos de gigante. Alvaro Romero Morillo (Sevilla, 12 de mayo de 1996) llegó de rondón al Azuaga, procedente del Diocesano, en el que cumplió su último año de juvenil. Y todo ello, animado por su ahora compañero Jorge Perla, que también fue referencia en el cuadro colegial cacereño.

"Y estoy encantado, muy contento", dice el protagonista, que espera completar un año excelente para dar continuidad a una carrera que, desde luego, promete. ¿O es ya una realidad palmaria? El tiempo lo dirá.

No es para menos esa felicidad: este extremo enjuto, habilidoso y vertical acumula 12 goles a estas alturas de temporada, cinco menos que su compañero Enrique, con el que forma una sociedad letal en el juego ofensivo del equipo de Antonio Jesús Cobos (29 tantos entre ambos). "No me deja tirar los penalties, y lleva seis", comenta jocoso. "Es muy grande, 1,85 o por ahí; yo, bajo", añade.

Pero hay otra vertiente: la del profesional del mantenimiento del Municipal de Azuaga, en el que se prepara tres veces a la semana y juega cada dos domingos. "Trabajo en el estadio de cuatro a ocho y media de la tarde. Después, a las nueve, entreno miércoles, jueves y viernes".

En efecto: "nos presentamos 15 o 20 y yo saqué una de las dos plazas", cuenta el joven futbolista, nacido en la capital hispalense pero con madre natural de la localidad pacense. Su padre, Pedrito, que sí es sevillano, fue un destacado jugador del Azuaga y Llerenense. Curiosidades del destino, llamativa historia.

Su propio progenitor es el que le da los mejores consejos. "Siempre me dice que trabaje y trabaje, que tengo que ser el primero en los entrenamientos. Y también en los estudios". En Cáceres, cursó un módulo de Tafad y espera completar una carrera superior desde el próximo año, ya que en éste, por diversos problemas, "se me acabó el plazo". Pero advierte: "ni se me ha pasado por la cabeza dejarlo".

Sevillista, "por supuesto", tiene como principal sueño vestir esa camiseta. "Si algún día me fichan, no me muevo del Sánchez Pizjuán", dice en tono desenfadado el habitual '11' del Azuaga. Su jugador favorito, con el que incluso le comparan en su forma de manifestarse en un terreno de juego, es el alemán Marcus Reus. Palabras mayores.

El verano pasado estuvo a punto de fichar por el Cacereño. "Al final, no me convencieron las condiciones". También en el Cádiz, "pero no sé qué pasó al final que se estropeó todo", añade. Ahora se centra totalmente en un Azuaga instalado cerca de los lugares de privilegio. "El objetivo era la permanencia", recuerda, pero una vez lograda virtualmente, "tenemos que estar lo más arriba posible".

Alvaro Romero deslumbra, pero pone los pies en el suelo. "Va a ser dificílisimo triunfar, lo sé", asume. Y no se arredra: hoy vuelve a limpiar vestuarios, arreglar el césped... y a entrenar. Sabe que solamente con eso tendrá mucho ganado. Y a fe que lo sigue a rajatabla.