A los 14 años, Bermejo abandonó su localidad natal "para buscarme la vida", según sus palabras. Ahora es propietario de un importante grupo de empresas relacionadas con el mantenimiento, la mayoría de embotellado y radicadas en Madrid, cuya solvencia le ha dado la oportunidad de volver a su pueblo. A los 53 años, regresó "para descansar", delegar en dos de sus hijos y dedicarse, casi de pleno, a sus dos pasiones: los caballos y el fútbol. Y ha revolucionado el Arroyo, al que ahora quiere en 2 B.