Me aseguran que Félix Campo, presidente y máximo accionista del Cacereño, prepara una ampliación de capital de la sociedad anónima verde. La medida, si se confirma, tendría múltiples interpretaciones, que irían desde los que piensan que se trataría de una venta encubierta a los que creerían todo lo contrario: que su movimiento reafirmaría su afán de perpetuidad. Desde luego, de confirmarse esta última opción, no sería por el amor a los colores que pueda tener el empresario salmantino. Yo, de todas maneras, me inclinaría por lo de la venta encubierta. Campo, por mucho que digan sus colaboradores más directos, está loco por vender y olvidar el mal trago que le ha supuesto su aventura en Cáceres.

Es evidente, de todas maneras que lo que haga el presidente del Cacereño interesa a cada vez menos gente, que el fútbol agoniza en Cáceres y que el aficionado ya está totalmente desmoralizado con este infeliz club de la ciudad feliz.