Hay brillo en sus ojos, en los de Fátima Agudo, la deportista más laureada de Extremadura. Hay brillo en sus ojos cuando habla de Ana Pedraza (17 años, Cáceres), quizás la arquera destinada a ser su relevo, aunque para eso aún falte un tiempo. «Es una deportista que trabaja muchísimo, se lo curra mucho, y tiene una técnica espectacular», apunta la que es la única mujer con el premio Extremadura del Deporte, que no se olvida de Laura Rubio, la otra joven promesa del Club Arqueros San Jorge a la que entrena en la modalidad de arco compuesto y que también apunta alto.

Ana, que lleva poco más de año y medio tirando con arco compuesto (antes lo hacía con el recurvo), disfrutará del 19 al 25 de agosto de su primera experiencia internacional tras ser seleccionado como integrante del equipo español cadete que competirá en el Campeonato del Mundo, en Madrid. Este mismo fin de semana está en Madrid en el Campeonato de España de su categoría y hoy participa en una concentración con los técnicos de la Federación Española para preparar esa cita mundialista.

«Ella es mi relevo, uno de mis relevos», dice Agudo, que es la entrenadora de Ana. «En realidad segunda entrenadora», apunta ella, «el entrenador principal es Rubén Montes, pero como él tiene compromisos con la nacional (de la que es director técnico) y tiene salidas internacionales, yo estoy ahí para cuando hace falta».

Ana, tímida, agradece el esfuerzo de su entrenadora. «Es muy buena, me sabe explicar las cosas de manera que yo lo comprenda fácil», dice mientras Fátima la observa y ríe: «Eso está bien, que me entienda».

La joven cacereña tira con el arco desde que tiene memoria. Desde muy pequeña iba con su padre, arquero e instructor del Club San Jorge. Pero hasta hace un año su arco era el recurvo. «Me gustaba mucho, fue extraño el cambio», explica. «Cambiarme al compuesto no lo llevé bien porque pensaba que no iba a llegar al punto de ser como ellos, pensaba que iba a valer menos, que me iba a costar más. Pero poco a poco vi que no ha sido así».

Y los resultados no han tardado en llegar. Este año ha sido subcampeona de Extremadura en dura pugna con su maestra, Fátima Agudo. «No fue nada fácil ganarla», dice la laureada deportista, «ahora no me quiero enfrentar mucho a ella, porque por lo que está consiguiendo y los puntos que está haciendo, yo ya no sé si voy a ser capaz de ganarla. A partir de ahora lo tengo muy complicado», añade risueña. «Me hace ilusión que me ganen porque son mis alumnas (Ana y Laura). Me da un poco de ‘cosilla’ no tener ya esa facilidad para ganar, pero ellas son el relevo, yo ya cumplí. Estamos dejando un buen relevo».

Ahora Ana se prepara para el Campeonato del Mundo, algo «inesperado», un premio. «Ir al clasificatorio [a mediados de julio] ya era todo un éxito, ir al Mundial mucho más, le abre las puertas a más salidas internacionales y para participar en el plan de tecnificación de la Federación Española [ahora está en el de la extremeña]. Puede seguir creciendo mucho, esto no ha hecho más que empezar», apunta la instructora.

SIN LÍMITES / Ana no despega los pies del suelo. No quiere correr. Prefiere ir paso a paso, no parar de trabajar y seguir mejorando. De momento va al Mundial a «disfrutar», a «aprender», señala ella, a la que no motiva especialmente superar a la ‘profe’. «Hay veces que dices ‘¡guay, he ganado!’, pero otras es: ‘he ganado, ahora qué hago’». Le sucede esto porque su único objetivo es seguir mejorando: «Lo que me gustaría es tener una técnica perfecta».

«El arco no tiene límites», recalca Fátima, «si una vez haces 143, que ella ya lo hizo en una eliminatoria, siempre puedes hacer 144. Se puede llegar hasta 150. Y cuando lo haga...», «a repetirlo», termina Ana la frase. «Siempre hay retos, siempre te puedes superar».

Y en eso está Ana, que prepara el Mundial de Madrid sin presión, sin parar de trabajar (entrena entre diez y doce horas semanales, como todo el año), con el objetivo de tirar lo mejor posible, de hacerlo cada día mejor y sin pensar demasiado («intento no creérmelo») dónde va para no añadirse presión innecesaria. Y con un mensaje claro: «Voy a pasármelo bien porque no sé cuando voy a volver a vivir algo así».