1. LOS VIEJOS ROCKEROS MUEREN

El Bayern pasó por encima del Barça, como se temía. Pero con mayor contundencia de lo que pudo soñar el más eufórico de los madridistas. El naufragio se gestó al acumular cuatro goles en los primeros 31 minutos (3 en apenas 10 minutos, del 22 al 31), algo inaudito en la historia europea azulgrana, que nunca había sufrido un sofoco semejante de entrada. Ni de salida.

El Barça fue incapaz de mantener el ritmo de juego del Bayern, mucho más dinámico y proactivo con balón y, sobre todo, sin balón. A la idea de juego del entrenador, y al entusiasmo de los jugadores se unía que este Barça ya no está para demasiados trotes. Setién presentó el once titular más viejo nunca visto, con un promedio de edad que rayaba los 30 años. Con el destrozo ya consumado, introdujo a Griezmann y cambió el sistema. Y añadió a Fati. El equipo se partió como el Titanic y se hundió.

2. TAPAR LAS BANDAS Y DESTAPAR EL CENTRO

Setién apostó por el temido 4-4-2 con los cuatro centrocampistas en línea, no en rombo, con la idea que las parejas lateral-interior (Semedo y Sergi Roberto y Alba y Vidal) pudieran contener a sus homólogos Davies-Perisic y Kimmich-Gnabry y evitar la inferioridad numérica. Esa inferioridad se generó en otras partes del campo: en el centro, donde se producía un 3 contra 2. Müller ayudó a Thiago -distribuyó a placer, sin ninguna presión - y a Goretzka ofreciendo una línea de pase y arrancando raudo hacia el remate donde rebasó a Lenglet en cada disputa.

Thiago acabó el primer tiempo sin haber fallado un solo pase, con un 100% de acierto, mientras que de Busquets no hubo señales de vida. Ni de De Jong. Ninguno tuvo el balón para conectar con los dos delanteros, estáticos arriba. Ni tiempo para pesar. Tuvo tiempo y balón Ter Stegen y lo regaló cada dos por tres.

3. CUATRO CENTRALES DE PENA

Del primero (Ter Stegen) al último (Suárez), el Barça fue una calamidad. Una vergüenza. Tenía un plan, que era jugar a algo que no suele hacer, con balones cruzados para ganar la espalda de la defensa adelantada del Bayern. Alaba regaló un autogol y Boateng regaló otro, el 2-4, al girarse vergonzosamente y comerse el quiebro de Suárez.

Sus colegas del Barça fueron mucho más calamitosos sin saber defender con fuerza en los balones frontales que debían afrontar Piqué y Lenglet ni reaccionando en los cruzados ni los que les ganaban la espalda.

Gnabry arrolló a Alba, Semedo acabó con un nudo en las piernas entre Davies. Especialmente llamativo fue el 2-5, inventado por los dos laterales del Bayern: Davies desbordó a Semedo en el uno contra uno, llegó hasta la línea de fono y tiró el pase de la muerte para que Kimmich, llegando desde la otra punta del campo, se consagrara.