Muy pocos piensan en los demás cuando la situación obliga a estar pendiente solo de uno mismo. Este es el caso de Denis Urubko, extraordinario himalayista de 44 años, más admirado por los colegas que ha rescatado en la montaña que por los 14 ochomiles que ha ascendido, gesta que logró en el 2009, convirtiéndose en el 15º alpinista de la historia en lograrlo y en el octavo en hacerlo sin la ayuda de oxígeno embotellado.

Urubko, que dispone de triple nacionalidad (rusa, kazaja y polaca), ha sido protagonista este pasado enero, junto al también polaco Adam Bielecki, de uno de los rescates más arriesgados de los últimos tiempos. Una operación de salvamento a contrarreloj en el Nanga Parbat (8.126 m.) que no acabó bien del todo ya que solo pudo rescatarse a la francesa Elisabeth Revol, en plena noche y a 6.800 metros. Su compañero de cordada, el polaco Tomasz Mackiewcz, se quedó en la montaña para siempre.

"NUESTRA NACIÓN, LAS MONTAÑAS"

«Si un amigo se encuentra mal, tratamos de hacerlo todo para ayudarle. Nuestra única nación son las montañas», explicaba Urubko en una de las múltiples conferencias que da por medio mundo cuando no está de expedición. Una máxima a la que se ha agarrado siempre que se lo han pedido. La última, hace escasas semanas, cuando las alarmas se dispararon en el Nanga Parbat. Revol y Mackiewcz habían alcanzado la cumbre pero solo iniciarse el descenso, casi sin luz, este último presentaba síntomas de edema cerebral.

La situación, a más de 7.000 metros, se complicaba por minutos. Y Urubko y Bielecki, que se encontraban en el campo base del K2, subieron a un helicóptero del Ejército de Pakistán para que les dejara lo más cerca posible de los dos alpinistas en apuros, pero solo pudo aproximarles hasta los 4.800 metros. Emprendieron entonces un ascenso a marchas forzadas, en plena noche, por una ruta que llevaba tiempo sin ser escalada por nadie.

EL AMIGO OCHOA DE OLZA

Tras horas de subida sin descanso, y cuando sobre las tres de la madrugada se encontraban ya a unos 6.300 metros, empezaron a oír unos gritos desesperados. Era Revol, que algo más arriba vislumbraba ya la luz de sus frontales. «Empecé a llorar, fue una gran emoción», cuenta la alpinista francesa, de 37 años. Su compañero Mackiewcz, al que dejó a resguardo del viento en una grieta, en mal estado, había ya fallecido.

Urubko también participó en rescates sonados en el 2001, en el Lhotse; en el 2002, en el Shisha Pangma; en el 2003, en el Broad Peak y el K2, aunque el más mediático y también triste fue el del 2008 en el Annapurna, donde se jugó vida, junto a buena parte de la élite mundial del himalayismo, para salvar la vida a su amigo Iñaki Ochoa de Olza. Tras un ascenso de 3.000 metros desde el campo base en menos de 24 horas, el montañero navarro, que se encontraba en muy mal estado de salud a 7.400 metros, fallecía cuando el grupo liderado por Urubko se hallaba a solo dos horas de su posición. «Estoy orgulloso de haber tenido la capacidad de poder ir en ayuda de alguna gente, desconocida o no. Alguien tenía que hacerlo».

21 OCASIONES EN LA CIMA DE UN OCHOMIL

Este ángel de la guarda, que ha pisado la cumbre de un ochomil en 21 ocasiones, se forjó en la escuela de escaladores del Ejército de Kazajistán. Ahora reside en Italia, pero su pasión sigue siendo el Himalaya. Allí se encuentra de nuevo. El reto, el K2 (8.611 m.), jamás escalado en invierno.