El éxito del delantero griego Angelos Charisteas, conocido como Harry en la Bundesliga, invita a la reflexión. Los dos goles logrados contra España y Francia significan, por un lado, el triunfo del futbolista modesto que llega a un gran torneo sin el glamour de las grandes estrellas, pero también suponen el fracaso del sistema. Algo falla en Europa cuando los grandes mitos abandonan Portugal por la puerta de atrás. Junio es el mes maldito. La recta final de una temporada estresante a la que los jugadores de los clubs más importantes llegan fundidos. Por eso, en esta Eurocopa brilla gente como Charisteas. Futbolistas que acuden frescos al torneo al no ser titulares en sus respectivos equipos y no sufrir el desgaste que supone jugar, además, la Liga de Campeones.

El hombre de moda

Charisteas, de 24 años, es el suplente habitual del brasileño Ailton en el Werder Bremen. Esta temporada, en la que su equipo ha ganado la Bundesliga, sólo ha jugado 848 minutos, en los que ha marcado 4 goles. Unos números que quedan muy lejos de su compañero Ailton, que ha disputado 2.605 minutos en los que ha anotado 28 goles. Por eso, Harry, formado en el Aris de Salónica y fichado por 3 millones de euros en el 2002 por el actual seleccionador griego Otto Rehhagel, está en forma.

Fue el protagonista hasta en la conexión que realizó la CNN con el hotel de concentración griego en Lisboa tras la victoria contra Francia. La fiesta duró hasta las cinco de la madrugada. Aunque los cuatro millones de euros de prima que les ha concedido el presidente de la federación por llegar a semifinales ayudaron a vencer el sueño.