Se le ve satisfecho. El también ha cumplido el sueño de jugar en la mejor Liga de baloncesto del mundo, como su compañero de generación Pau Gasol. Y eso que él no mide 2,15, sino 1,83. Ni llegaba a la NBA como número 3 del draft, sino el 24. Y además lo hacía después de una grave lesión de rodilla. Llegó a Vic hace cuatro días de Salt Lake City, la tranquila sede de los Utah Jazz, y ya descansa junto a la familia. No hace grandes planes y sólo piensa en recuperarse de un duro año.

"He acabado muy cansado. No sé si ha sido por estar casi dos años parado por la lesión o por haber jugado en una Liga muy dura", explicaba ayer.

Cada dos días se encontraba con los mejores bases del mundo. De todos, destaca a Sam Cassell, de Minnesota Timberwolves. "Quizá Cassell sea el jugador más difícil de parar. Es muy veterano, se las sabe todas, entiende muy bien el juego y tiene el consentimiento de los árbitros", añade.

De los pocos planes que hace para este largo verano, sí tiene claro que quiere estar en Atenas, y ya ha transmitido el deseo a los Jazz. Su equipo se muestra reticente, pero él tendrá la última palabra.