No hay Mundial que no se recuerde por algún error arbitral. Y el torneo de Alemania ha seguido la tradición. Sin contar el gol anulado de anoche en la final, quizá los fallos no han sido tan decisivos como en el 2002, pero no han faltado los lamentos en un campeonato que será recordado por la elevada cifra de expulsiones y el error de Graham Poll. El inglés mostró tres tarjetas amarillas al croata Simunic antes de echarlo definitivamente.

¿Algún seguidor español ha olvidado las decisiones del egipcio Al Gandhour en los cuartos de final del 2002 ante Corea del Sur ¿Algún italiano no ha soñado con mandar a una isla desierta al ecuatoriano Byron Moreno, que pitó los octavos del pasado Mundial también ante el anfitrión.

Prioridad

Aquellos errores hicieron reflexionar a Joseph Blatter, presidente de la FIFA, que dio prioridad a este tema y decidió contar en Alemania con tríos arbitrales del mismo país (o al menos un árbitro y un asistente) que hubieran trabajado juntos un mínimo de dos años.

La medida no ha dado los resultados esperados, aunque el rendimiento de los árbitros mejoró a partir de los cuartos, quizá ayudados por el fútbol especulativo de los conjuntos.

El cierre de la primera fase vino marcado por el fallo de Poll, quien mostró tres amarillas a Simunic (m. 61, 90 y 93) antes de expulsarlo en el partido entre Croacia y Australia, que decidía el segundo del grupo F. "Fue incomprensible que no se diera cuenta de las tarjetas cuando cuatro de los cinco miembros del equipo arbitral están interconectados por audio. Fue un bloqueo mental inadmisible", dijo Blatter. Poll, de 42 años, firmó su jubilación anticipada, aunque seguirá pitando en la Premier League.

Muchas más tarjetas, muchísimas más enseñó el colegiado Valentin Ivanov. El ruso mostró 16 amarillas y 4 rojas en el Portugal-Holanda de octavos, pese a que solo sancionó 25 faltas. "No estuvo a la altura. Impidió un espectáculo excelente", comentó Blatter. Ivanov batió el registro de López Nieto.

Otra vez Cantalejo

También en octavos, apareció Medina Cantalejo. El sevillano erró al expulsar a Materazzi (m. 50), pero compensó en el último minuto con un dudoso penalti de Neill a Grosso. La FIFA no le castigó. Medina pitó en cuartos el Brasil-Francia y ayer fue el cuarto árbitro de la final.

El eslovaco Lubos Michel falló en el Ghana-Brasil de octavos al dar validez al segundo gol brasileño, con Adriano en un claro fuera de juego. La rigurosa falta de Puyol sobre Henry, pitada por el italiano Rosetti, fue otra decisión cuestionable. Pero los más dañados fueron los africanos, en especial Costa de Marfil. El equipo de Henry Michel comprobó frente a Holanda y Argentina que los árbitros siguen estando con el más fuerte.

Los jugadores tampoco han ayudado mucho, según se coincide en señalar desde todos los analistas. Según un estudio de Jiri Dvorak, jefe del comité médico de la FIFA, más de la mitad de las lesiones que requirieron tratamiento en el campo fueron simuladas. Y eso es un dato sintomático.