A las dos y media de la tarde del 28 de agosto del 2007, el corazón de Antonio Puerta dejó de latir. Tres días antes, había sufrido un desmayo en el Sevilla-Getafe. El defensa abandonó el campo por su propio pie, pero en el vestuario volvió a desplomarse. Después de muchas horas de angustia y dolor entre los aficionados de toda España, el lateral perdió la vida. Su muerte supuso un golpe terrible y abrió el debate sobre los controles en el fútbol.