Mercedes-Benz tuvo la pasada semana a dos equipos compitiendo frente a frente en el Circuito de Cataluña: McLaren y Mercedes GP. El Mundial de F-1 ha llegado a Europa y la prueba catalana ayudó a marcar el ritmo que seguirá este campeonato. Por eso, por ser una jornada única y especial, elegimos ofrecer a nuestros lectores esta primera toma de contacto con la nueva joya exclusiva de la marca alemana: el SLS. Y para no quedarnos con las ganas de disfrutar al límite un poquito de AMG (las preparaciones especiales de la marca).

El resultado de esta toma de contacto es de esos que se recuerdan para siempre. El Mercedes-Benz SLS AMG supera cualquier sueño terrenal. Se trata de un coche que, además de la inspiración clásica en el modelo que marcó una época (el primer alas de gaviota, el Mercedes-Benz 300 SL), ofrece una imagen distinta del resto de la gama, incluso del SLR McLaren. El frontal marca una nueva dirección en el diseño y adelanta unas líneas que es posible que empecemos a encontrar en los nuevos modelos de la marca. El conjunto del coche obedece al dinamismo y a la aerodinámica necesaria para que los 571 CV puedan apreciarse plenamente. En la parte posterior dispone de un alerón que se empieza a desplegar de forma automática a partir de los 120 km/h para conseguir un plus de estabilidad. Lo dicho, un diseño esclavo del motor.

ACCESO COMPLICADO El SLS AMG no es un coche para pasear, precisamente. De entrada el acceso al interior es algo difícil, sobre todo para personas de más de 1,75 metros de altura, pero una vez dentro el puesto de conducción es una gozada. Las puertas se abren hacia arriba lo que hace necesario apoyarse en el umbral para entrar y salir y tener cuidado con el extremo de las puertas ya que queda algo bajo y al salir podemos golpearnos en la cabeza. Si no se es alto, para bajar las puertas hay que levantarse un poco del asiento.

El equipamiento es de ensueño ya que dispone de serie de todos los elementos que en otros modelos serían opcionales: frenos cerámicos, equipo de audio Bang&Olufsen, elementos de fibra de carbono, cámara de ayuda al aparcamiento, tapicería de cuero y así hasta completar una larga lista. El salpicadero lleva todos los elementos necesarios para sentirse en un coche de carreras y el volante es plano en su parte inferior. Detrás dispone de levas para manejar el cambio, muy útiles si optamos por una conducción muy deportiva. En los extremos del volante están los mandos que permiten controlar elementos como la radio y el sistema de navegación.

IMPRESIONANTE El motor del SLS es su verdadera alma. Son 571 CV de potencia metidos en un V8 de 6,2 litros de cilindrada. Está situado tras el eje delantero y consigue unas prestaciones estratosféricas. La caja de cambios es de siete velocidades de doble embrague y disponemos de cuatro modos de funcionamiento (Controlled Efficiency, Sport, S+ y Manual). Su funcionamiento es impecable y para los que quieran disfrutar, nada mejor que la función Race Start que permite salir desde parado con la máxima aceleración que puede dar el coche. El empuje es brutal, sin duda. Se trata del Mercedes que más acelera de toda la gama, lo que le lleva a competir con deportivos extremos como el Porsche 911 Turbo, por ejemplo.

La suspensión es algo dura, lo que nos convence de que se trata de un coche pensado para distancias cortas pero intensas (como un circuito). No es, para nada, un coche con el que podamos andar todo el día de arriba para abajo. En un viaje largo podemos acabar hasta el gorro del sonido del motor al acelerar. Los frenos hay que dosificarlos en cuentagotas ya que su trabajo es impresionante, y el control de estabilidad es más que necesario para que las ruedas (las traseras son más grandes) transmitan toda la potencia al suelo sin sufrir demasiado.

El precio va acorde con sus prestaciones: 210.000 euros. Exclusivo, exclusivo de verdad.