Ya da igual que queden cinco etapas. Ya casi no importa que hoy las 21 curvas de Alpe d´Huez deparen el sensacional espectáculo de una cronoescalada, novedoso, histórico, algo que ha atraído nada menos que a un millón de personas, según la previsión de la organización del Tour. Hoy subirá a Alpe d´Huez y mañana al Glandon y a La Madeleine un pelotón de cobardes.

Sí, de cobardes, donde aparte de los ciclistas se incluyen a unos directores que no hacen otra cosa que frenan el ímpetu de sus corredores. Lance Armstrong ganará el Tour el domingo, en París, no sólo porque es el mejor, que lo es, sino porque lleva seis años participando en la ronda francesa rodeado de ciclistas que no se atreven a atacarle.

Nadie puede discutir a Armstrong. Lo hace todo bien. Hasta cuando ficha con sus poderosos dólares a los mejores. Pero es que además se permite el lujo de burlarse de todos, empezando por el CSC de Ivan Basso y acabando por el Euskaltel de Iban Mayo, ya en casa, por su fragilidad de moral. Decían ayer en el conjunto danés del CSC que Jan Ullrich era un loco por atacar a Armstrong a 60 kilómetros de meta. Qué adónde iba. Pues Ullrich no era un loco. Era y es más bien una excepción en un pelotón de acobardados, que frena cuando se caen los gregarios de Armstrong, que espera al tejano cuando pincha la rueda trasera y que le pone gregarios a destajo.

DOS ATACANTES Sólo dos ciclistas se han atrevido a atacar a Armstrong en las etapas de montaña: Ullrich, ayer, y Paco Mancebo (cedió dos minutos en Villard de Lans), en los Pirineos. Ayer, el aspirante Mayo ni tomó la salida. El alemán trató ayer de dar un tumbo a la carrera y a la historia. Lo intentó, al menos.

Corría Armstrong con Floyd Landis demasiado asfixiado y con José Azevedo sin participar en el juego. Pero también lo hacía con dos corredores del CSC, el líder, Basso, y Carlos Sastre subiendo a su rueda. El T-Mobile, en una acción arriesgada pero elogiable, decidió sacrificar a Andreas Klöden y hasta su posible podio para preparar el ataque de Ullrich. El CSC, al contrario, apostó por guardar la ropa y por convertirse en el más fiel de los aliados de Armstrong. Bjarne Riis, el director, ordenó a Jens Voigt, que iba escapado con Richard Virenque, que esperara para ayudar al US Postal. Ver para creer. Voigt, un alemán de pura cepa, a la caza y captura de la estrella de su país.

"Lo lamento por Ullrich. Pero me mandaron parar porque el US Postal tenía dificultades para atraparle", se justificó el corredor del CSC. Ullrich se mostró irónico: "Armstrong tiene el mejor equipo... y con Voigt, todavía más". Riis se defendió: "Sé que muchos no entenderán mi táctica. Pero lo que hice fue para proteger a Basso". Y Armstrong agregó: "No me inquieté con el ataque de Ullrich. Conocía el terreno y no podía hacerme daño".

¿Por qué no dejaron que el US Postal hiciera aguas? ¿Por qué Riis no ordenó atacar a Sastre, que iba en el grupo? ¿Por qué el CSC se está mostrando tan dócil hacia el tejano desde que Armstrong permitió el triunfo de Basso en La Mongie? Por una etapa, por un plato de lentejas, no han querido probar a Armstrong, que ganó y cogió el amarillo.