Lance Armstrong considera que su reto en el Tour no acabará el próximo domingo en París, sea cual sea el resultado de la contrarreloj de mañana, en la que se juega la victoria frente al alemán Jan Ullrich. El ciclista tejano no quiere que se le desmantele el conjunto US Postal y pierda potencial cara a la próxima temporada. El tetracampeón desea que la base de la formación siga compuesta por los ciclistas españoles.

Por esta razón, siguiendo sus instrucciones, Johan Bruyneel, el director, ha comunicado a Manolo Beltrán, a prueba en el Tour, que ya está renovado para el 2004. "Correr en un equipo así es distinto a todo. Soy el ciclista más feliz del mundo. Me he sentido muy cómodo y muy fuerte en este Tour, cuando hace unos meses no sabía siquiera si correría".

Con este optimismo afrontó ayer Triqui Beltrán la etapa de transición, que condujo al pelotón hasta Burdeos, por un recorrido sin ninguna dificultad orográfica. La etapa, sin historia y casi sin emoción, la ganó el holandés Servais Knaven, integrante de una fuga consentida de 10 ciclistas, en la que también iba Txente García Acosta, del Banesto. Knaven se presentó en solitario a la meta, tras atacar a sus compañeros de aventura.

Los tres ciclistas más importantes para Armstrong en la montaña son los españoles Roberto Heras, Chechu Rubiera y Beltrán. A los dos primeros los mima con contratos millonarios, que difícilmente recibirían aún siendo jefe de filas en cualquiera de las formaciones más potentes que rivalizan con el US Postal. Beltrán, de 32 años, ha sido el gregario más significativo de Armstrong en la montaña de este Tour. Armstrong, sin embargo, culpó a Beltrán de no haberle lanzado correctamente en Alpe d´Huez, cuando pretendió atacar. Aseguró, tras su primer titubeo en la montaña, que el jienense le desfogó con un esprint demasiado duro. El día siguiente, y ante todo el equipo, pidió disculpas.