Solo quedan 15 kilómetros para que David Arroyo cumpla lo que ya no es un sueño, sino una realidad. Ayer, en el Gavia, nieves perpetuas, salvó la segunda plaza de la general y hoy dispone de 1,41 minutos de renta para pelear, sin tener grandes agobios, por una posición en el podio de la ronda italiana, que finaliza en la contrarreloj de Verona.

La primera posición parece ya un mérito único de Ivan Basso. Arroyo nunca se ha identificado por su soltura en las contrarrelojes, que es el arte ciclista que peor domina el corredor italiano. Mucho más diestro es su delfín, Vincenzo Nibali, la amenaza de Arroyo en la pelea por la segunda plaza de la general. "Voy a darlo todo en la contrarreloj final con tal de conservar esta segunda posición con lo que espero subir al segundo puesto del cajón de Verona", explicó esperanzado el corredor de Talavera, que ayer siguió utilizando la bicicleta especial de color de rosa que ha empleado durante esta semana y con la que realizó el prodigioso descenso del Mortirolo; sin duda, una de las imágenes que quedarán de esta edición tan complicada y dura de la ronda italiana.

PROBLEMAS CON LA NIEVE Ayer, hasta primera hora de la mañana, no se supo si se podría ascender el Gavia, ya que la nieve amenazaba con realizar un recorrido alternativo que volvía a transitar por el Mortirolo. Pero el Gavia se presentó con su carretera estrecha y como última oportunidad para buscar un nuevo cambio en la general del Giro. Sin embargo, el grupo de favoritos, siempre conducido por el Liquigas de Basso, permaneció hermanado y a la caza de los fugados del día, entre los que iban Carlos Sastre y Alejandro Vinokurov. El ciclista abulense se quejó en la meta de la poca colaboración que encontró hasta que fue capturado en la subida final al Passo Tonale donde triunfo en solitario el escalador suizo Johann Tschopp, seguido de Cadel Evans.