UCAM MURCIA: Ricardo; Pastor, Quesada, Bayón, Tete (Pico, min. 87); Cifuentes; De Gomar, Oya (Alex Cruz, min. 53), Rodri (Urrea, min. 57), Titi; Diego Torres.

ARROYO: Saavedra; Felipe, Castaño, Abel Buades, Garrido; Nauzet, Lolo; Chirri (Alfaro, min. 61), Toni, Carlitos (Fran, min. 84); Iban Espadas.

GOLES: 0-1: min. 48, Toni. 0-2: min. 64, Nauzet. 1-2: min. 74, Diego Torres.

ARBITRO: Pérez Muley (Colegio Madrileño). Expulsó por doble amonestación al local Cifuentes (min. 92). Además, mostró cartulina amarilla a Felipe, Lolo, Nauzet y Espadas.

Necesitaron poco los del Arroyo para sumar los tres puntos ante el Ucam Murcia (1-2), farolillo rojo del Grupo IV de Segunda B. Un poco de fortuna para romper el partido con el primer gol y oficio para mantener el resultado. Con esos dos ingredientes bastó. Poco más para sumar tres puntos ante un rival que, pese a la mejoría de las últimas semanas, le va costar quitarse la losa anímica con la que circulan por la categoría. Y eso que la llegada de Tevenet ha insuflado oxígeno a un bloque ahogado en la tabla por el lastre de más de quince jornadas regaladas, sin brújula y sin fútbol.

Ayer pudieron haber logrado más que no sumar, pero el rival, de la enjundia que conjuga talento y, sobre todo, saber estar, demostró más y acertó cuando debía hacerlo. Construido desde la zaga, el crecimiento del equipo es proporcional a la seguridad de una defensa que no se anda con bromas, que rifa pocos balones y que ofrece una entereza a sus compañeros como para soñar cuando pillan contras, otra de sus armas, aunque poco utilizada en el duelo.

ABURRIDO PRIMER ACTO El choque presentó muy pocas credenciales en el primer acto. Con la excepción inicial de un remate de Chirri raso que apenas ocasionó peligro en los locales a los cuatro minutos, el resto fue marcado por un guión en el que los arlequinados se bastaban con jugar juntos, con ayudas y sin perder el sitio. Alguna contra buscando las espaldas de los defensores locales y poco más. Eso sí, siempre tratando de aprovechar la poca consistencia de Pastor, el lateral diestro, una avenida, como se verá más tarde, para el ataque de los de Marrero.

En el bagaje poco queda reseñable. Al menos los de casa se acercaron casi al límite del descanso con un remate de De Gomar tras un córner que despejó de nuevo a saque de esquina Saavedra. Por el medio el argumento fue tedioso, con mucha brega y escasa calidad ofensiva. Dos equipos mermados de talento en la creación y, en ocasiones, desubicados con el paso de los minutos.

En la reanudación las tornas cambiaron con el gol de Toni. Se llevaban tres vueltas de reloj cuando el extremeño acertó a colocar en la escuadra local un lanzamiento de falta directa al borde del área local. Cambiaba el rumbo del choque y obligaba el tanto a los locales a ganar en ambición pero, curiosamente, estuvieron perdidos muchos minutos sin encontrar un eje en el que sostenerse.

MAS COMODIDAD Mientras los extremeños, pese al dominio estéril local, empezaron a ganar comodidad jugando a la contra. En una de ellas se gestó el gol. Un regalo de Pastor habilitaba a Iban Espadas, en el 63, para quedarse solo ante Ricardo y errar en el remate, aunque el córner posterior a la jugada serviría para que Nauzet, de cabeza en el segundo palo, lograra ampliar la diferencia rematando sin oposición en otro clamoroso error de la zaga local. El choque se antojaba imposible para los de casa, incapaces de guiar el balón con criterio en cuanto pisaban las posesiones visitantes.

Pero, por amor propio, el empuje del Ucam apareció tras no hallarse en el mapa previo. De Gomar, desde la banda, avisó de la resurrección murciana. Un remate suyo anticipaba un disparo a la madera, tras el rechace de Saavedra, de Diego Torres. Casi de forma inmediata el mismo atacante local conseguía reducir la distancia tras deshacerse de sus rivales. Quedaba un cuarto de hora y físicamente el equipo de Marrero tocaba fondo.

Entonces buscaron aliarse con la fortaleza defensiva como única posesión seria a mantener. Y emergieron Castaño y Buades para sostener a un equipo que apeló a las contras mientras las piernas les dejaron. La actitud fue lo único que, por el contrario, sostuvo al equipo de casa que, pese a los cambios, apenas mejoró en ataque. Todo eran balones aéreos y seguridad de la zaga extremeña. Pocos mimbres cuando se asomaba, por peligro real, más el tercero rival que el empate.