Carlos Barrero, ciclista del Quick Step, llegaba a la meta de Montpellier entonando una cancioncilla. "¡Qué emoción, qué emoción, etapa de transición!". José Luis Arrieta renegaba y por una vez apenas tenía ganas de hablar. "Todos delante en el avituallamiento... un despiste y te pillan. Adiós al Tour". Arri, como lo conocen en el pelotón, se tuvo que descolgar para tratar de repescar a su jefe en el AG2R, a Christophe Moreau, la víctima de Arles: el campeón de Francia cazado en una encerrona.

Oscar Pereiro dijo el miércoles que hay reglas no escritas que se deben respetar. Prohibido atacar al líder mientras orina. O treguas históricas en los controles de avituallamiento. Pero, ¿qué ocurre si se el restaurante móvil se instala en el punto kilométrico de la etapa donde hace más aire de costado

Todos habían sido avisados. Los masajistas llamaron a los coches de sus directores. Y también lo hicieron mánagers y técnicos que cumplen con la misión de comunicar cualquier contratiempo que aparezca en la carretera. "Eusebio, todos delante y que nadie coma". Esta fue la consigna de José Miguel Echávarri a Unzué, el director del conjunto de Alejandro Valverde, el segundo del Tour.

Arles no es solo una ciudad de santones y de perpetuo homenaje a Van Gogh. Es la tierra del mistral, el viento de la Provenza. "Soplaba el aire lateral con mucha fuerza. Qué pena". Fue la expresión de otro de los damnificados del día. Xavier Florencio pilló la escapada buena. Era el más rápido en una fuga de cuatro que pasó por el control de Arles con ocho minutos de diferencia. "Tranquilo, me dijo el director, se ha organizado detrás una lucha por la general y os van a pillar". Adiós al sueño.

EN FILA INDIA En Arles fue también donde se apeó de este Tour Igor Antón, la perla vasca, noqueado en su primera experiencia en la ronda francesa. En Arles, Moreau, que se había caído en el kilómetro 30, no anduvo atento; un desliz, un fallo impropio para un ciclista de 36 años. Los Astana de Andreas Klöden y del lesionado Alexandre Vinokurov se pusieron como locos. Todos en fila india, de un lado a otro de la carretera, como un abanico. En un instante, Moreau perdió el contacto.

Rápidamente los equipos comenzaron a echar cuentas. Se había formado un segundo grupo. ¿Quién había caído en la trampa La televisión gala no perdió detalle. ¡Alarma! Chillidos de desesperación, ¡le champion oh, la, la!, Moreau, la única opción local para pelear por el Tour, había sido víctima. El resto de rezagados eran gregarios. Nadie perdonó. Perdió 3.20 minutos en Montpellier, mucho tiempo para recuperar en los Pirineos.

La que iba a ser una etapa de transición entre Marsella y Montpellier destinada a tostarse al sol y disfrutar con los paisajes de La Camarga degeneró en una psicosis colectiva. Era normal que Barrero entonara una canción satírica. Robert Hunter venció, pero eso fue lo de menos.