Mikel Astarloza, 31 años, Pasajes de San Pedro, primer guipuzcoano que triunfa en el Tour desde que Abraham Olano lo hizo en 1997 --un detalle muy a tener en cuenta para los vascos, sobre todo para los vizcaínos-- lo tenía claro. Llegase con quien lo hiciera, quedaría el último del grupo. El vale para la fuga, la casta, la constancia y el lo consigo de tanto insistir. Pero, en cambio, en un esprint siempre es el más lento, razón por la cual se le han escapado un montón de victorias. Ayer, en Bourg Saint Maurice, destino final de la segunda etapa alpina --meta en descenso, como parece gustarle a Christian Prudhomme, el director de la prueba, aunque se ignora la razón--, el ciclista del Euskaltel ganó en solitario, el más listo de la fuga. Era su tercer intento en este Tour, aunque ya ha perdido la cuenta de huidas del pelotón en ediciones precedentes.

En el día de los montes Bernardos, el grande y el pequeño, más largos que complicados, el conjunto Euskaltel consiguió la tercera victoria de su paso por el Tour: Roberto Laiseka, 2001, en Luz Ardiden, e Iban Mayo, 2003, en Alpe d´Huez, precedieron a Astarloza. En el día del paso por el valle de Aosta, república italiana --el contratiempo que impidió a Alejandro Valverde apuntarse al Tour al estar sancionado, no sin polémica, en territorio transalpino--, Lance Armstrong y Alberto Contador hablaron más que en todas las etapas precedentes. Y en el día en que Andy Schleck pasó al ataque ayudado por su hermano Frank, el ciclista tejano echó mano de su casta, salvó una situación complicada al quedar cortado durante cuatro kilómetros del ascenso al Pequeño San Bernardo, y demostró a la pareja luxemburguesa que venderá cara su plaza en el podio. Sigue siendo segundo de la general, a 1.37 minutos de un Contador incuestionable.

DOS CARRERAS Fue una jornada de dos carreras. Por delante, quienes buscaban la gloria por un día, como Astarloza, y un minuto por detrás los que peleaban por la general que domina el conjunto Astana, escuadra que vive en constante competición dentro y fuera de la carretera. Lo dijo ayer Contador: "Está siendo un Tour doblemente duro". Pero no solo para Contador y sus dos carreras. El Saxo Bank de los Schleck sufrió ayer la pérdida de Jens Voigt, que debió ser evacuado en helicóptero después de sufrir una caída para matarse en el descenso del Pequeño San Bernardo.

Entre los esforzados de la ruta, al más puro estilo del cronista Albert Londres, Astarloza quiso demostrar que era el mejor y se jugó el pellejo en el descenso final. Se juramentó de que esta vez no lo pillaban. Y por fin dio crédito a la decisión de su vida. Su padre, remero, quería que se dedicase a las traineras, pero él se decantó por el ciclismo --equivocado estaba-- creyendo que era un deporte menos duro.

Entre las estrellas de la prueba, cuya imagen habría encantado pintar a Salvador Dalí, hubo combate, el que se negó en los Pirineos, porque los Schleck querían colocarse para el podio y creían, equivocados, que Armstrong y Bradley Wiggins se tambalearían.