Simeone dejó descansar casi todo lo que pudo del once con el que se jugará el martes su futuro en la Champions y sumó una victoria con el mínimo esfuerzo para perpetuar la presión sobre el Barça, gracias a un penalti sobre Correa, y sin desgaste para defender la renta ante la Juventus en tres días.

Con la cabeza en Turín y ante un Leganés más desahogado de lo que esperaba en Liga y con cuatro bajas importantes, el partido llegaba en un momento incómodo y salió sin mucho ritmo ni ocasiones de peligro.

Ninguno de los dos equipos es un dechado de virtudes en la elaboración con el balón en los pies, más bien unos solventes planes de contención a la espera de una tentativa para decantar el marcador. Así proliferaron los bostezos en un partido en el que no pasó nada al descanso, como es habitual en el Atlético.

PENALTI A CORREA

Al descanso, Simeone sacó al campo a Lemar y a Saúl, quitó a Griezmann, y, antes de que los relevos se pudieran asentar, llegó el error que decantó el partido a balón parado. El central del Leganés Omeruo sacó el pie al paso del Correa y el argentino hizo de un contacto mínimo un penalti que Saúl transformó en el rechace, tras la parada de Lunin al tibio lanzamiento del ilicitano.

Con el marcador a favor, el Atlético adormeció el partido y propició que pasaran los minutos sin acciones de trascendencia, entre más acercamientos a balón parado y la creciente impotencia de un Leganés que no se echó definitivamente arriba hasta que Pellegrino deshizo la línea de cinco defensas.

Los últimos minutos fueron un ensayo general del acoso intensivo que puede sufrir ante la Juve que el Atlético solventó con suficiencia.