Un reguero de aceite indicaba el camino hacia la gloria. Tras una nube de humo blanco se le apareció un coche con el motor explotado ¿El de Michael Schumacher? Imposible. El alemán no rompía un propulsor desde Francia 2000 (112 carreras). Pero sí. Incrédulo, Fernando Alonso pensó "en un Spyker", pero tras la humareda reconoció el Ferrari, sí, sí, el coche rojo con el casco rojo. Le esquivó, miró de reojo, sacó un puño al cielo y gritó tanto dentro de su casco que casi se le oyó en las tribunas. Bajó las revoluciones de su Renault y contó, como gotas de agua en una tortura oriental, las vueltas que faltaban.

Fueron 17 giros interminables en los que el asturiano se concentró a fondo para no cometer errores y mantener al otro Ferrari, el de Felipe Massa, a los 10 segundos que ya se había labrado. No tuvo tiempo de acordarse de su enfado en EEUU, el asunto de las suspensiones de Alemania, la tuerca de Hungría, el motor de Monza, las sanciones de la FIA, el neumático de China... Sólo quería acabar la carrera, ganar y colocar un 10-0 a Schumacher que lo decide casi todo. "El Mundial de pilotos ya está perdido, ahora tenemos que concentrarnos en el de marcas", anunció el alemán tras agradecer el trabajo con un abrazo y un apretón de manos a sus mecánicos mientras su Ferrari yacía abandonado.

Caza implacable

En la pista, el tiempo parecía inmóvil. Aún restaban 10 vueltas para el final, 60 kilómetros en el circuito más exigente del Mundial donde Alonso ha inscrito por fin su nombre. El mismo en el que dejó para las videotecas un espeluznante adelantamiento el año pasado sobre Schumacher por el exterior de la curva 130 R. También ayer adelantó, fue de los pocos. Los Toyota, que ocupaban la segunda línea de la parrilla, le taparon bien en la salida, pero dio cuenta de Jarno Trulli por el interior de la primera de las eses. "Arriesgué mucho, pero sabía que era mi única oportunidad", dijo el campeón. Ralf Schumacher le costó más, 12 vueltas y un par de sustos por buscar los límites con un viento que, en ocasiones, dejaba sin apoyo aerodinámico el coche. Para entonces, Felipe Massa, autor de la pole con menos gasolina que Schumacher, ya había dejado pasar a su jefe. Lo hizo en la vuelta dos y fue perdiendo distancia con el alemán hasta colocarse en el punto de mira de Alonso.

El brasileño fue el primero de los grandes en repostar. Paró en la vuelta 13. Alonso lo hizo dos giros después, en los que tiró al máximo, tanto que marcó la vuelta rápida en carrera. Su apurón le permitió regresar de boxes por delante de Massa y comenzar la caza de Schumacher. "No es que nosotros mejoráramos respecto al sábado, no sé que pasó a los Ferrari o a Bridgestone, pero me vi con buen ritmo y posibilidad de alcanzarle y, ¿por que no?, ganar".Parecía que todo se iba a decidir a la salida del segundo repostaje. Alonso entró en la vuelta 35; Schumacher, en la 36. El alemán no volvió a pasar por la recta de meta. El motor de su Ferrari explotó en una nube de humo, quizá por el esfuerzo de China, o por haberle exprimido más revoluciones para evitar la caza de Alonso, ya prácticamente bicampeón.