Mérida y Badajoz caminan juntos al territorio de la desaparición. Más deprisa, si cabe, el Badajoz que, tras la renuncia de los empresarios madrileños para la compra del club, aumenta el número de impedimentos de que alguien se haga cargo de su deuda.

Barradas seguía desterrado de la actualidad de la entidad albinegra, y los empleados del aún presidente simplemente insisten en que exista o no la compra, el equipo saldrá a competición. No obstante, este hecho es tachado de irracional por los diferentes sectores de la ciudad. Así, el futuro del Badajoz sólo sobrevive en las posibilidades de los empresarios pacenses y de su reunión con el ayuntamiento.

SOLO APOYO MORAL

El Mérida, en cambio, depende de las conversaciones que están manteniendo en los últimos días los propios empleados del club con las diversas empresas e instituciones de la entidad. Sin embargo, las noticias positivas aún no han derivado de estas reuniones. Los distintos solicitados sólo son capaces de ofrecer apoyo moral, pero nunca económico.

El colectivo Lusitania, una importante agrupación emeritense, mediante un comunicado exigía soluciones "tanto a la izquierda como a la derecha". Al ayuntamiento le solicitaba una mayor implicación, tal y como sucede en otras ciudades de España; a la oposición que ofrezcan las soluciones que expresaban tener para la solución en la ciudad.

"Sería aceptable que todos, que los que están continuamente diciendo que podrían ser los salvadores del club, que no lo digan solo, sino que lo demuestren de una vez por todas y dejen de embrollar eternamente", decía también el comunicado.

En el plano deportivo, a la huida de Riobó se le ha sumado la marcha de Santi Polo, no por motivos económicos ni temor a una posible desaparición, sino aduciendo motivos familiares. El cacereño ha firmado por el Talavera por un año y ha perdonado al Mérida parte de la deuda que reclamaba (2.700 euros de los 3.900 que le deben) al dejarle la secretaría técnica libre pese al año de contrato que tenía.