Cuenta Miguel Ballesteros (Málaga, 24 de septiembre de 1995) que cuando el Cacereño se interesó por él a través de Rafael Rojas (ya entonces exdirector general del club) el pasado verano, no dudó ni un segundo en aceptar la oferta. Le parecía, dice, «una buena opción, una gran oportunidad de jugar y de estar en un club histórico». Seis meses después, su sentimiento es el mismo, aunque regado con un poco de decepción por la escasez de minutos de los que ha gozado desde el cambio de cuerpo técnico a finales del pasado año. Lógico, como buen deportista, quiere jugar más, aunque entienda que siempre tiene que haber alguien que se quede fuera.

Ahora le ha tocado a él (y a David López, Juanjo Polo y Fran Viñuela, todos importantes en la primera parte de la competición). Hasta navidades participó en 17 partidos, diez de ellos de titular, aunque solo en dos ocasiones jugó los 90 minutos. Lo de después, es otra cosa. En los dos primeros partidos del 2018 no entró en la convocatoria. Sí en el tercero. Jugó los últimos 20 minutos y fue el revulsivo del Cacereño para superar el atascado duelo contra el Pueblonuevo, que se resolvió en el 90 con un gol de Javi Navarro con asistencia de Ballesteros. «Salté al terreno de juego como si fuese mi último partido», explica. «Entró muy bien, estoy muy contento por cómo lo ha hecho», dijo tras el partido Luis Américo Scatolaro.

«Contento no estoy», se sincera el jugador, que espera «que se valore su esfuerzo» y gozar de más minutos. Son días difíciles, confiesa. Además de la familia, su principal apoyo le llega desde la grada, desde la afición del Cacereño. «Sus mensajes están siendo fundamentales, son un aliciente para que siga peleando todos los días. En la calle y también a través de las redes sociales me muestran todo su cariño».

«Lo que tengo claro es que voy a luchar a muerte por esta camiseta», añade el centrocampista, dispuesto a «ponérselo difícil» al entrenador con su trabajo diario, como el resto de compañeros que «están esperando una oportunidad». Dice, además, que el estilo de Scatolaro, lo que les pide el entrenador («jugar, jugar y jugar»), a él le viene bien. Y está seguro que la mejor versión de este Cacereño está por llegar. «Es normal que falten cosas, solo llevamos cuatro semanas y conforme pasen los días seguro que el equipo irá mejorando».

Formado en la cantera del Málaga, donde estuvo once años (hasta juvenil, dos años en División de Honor), pasó después por varios equipos de la Tercera división andaluza. El Cacereño es su primera experiencia fuera de su tierra y cree que por aquí se juega distinto, «quizás porque los campos están peor -explica-, aunque al final el objetivo es el mismo, meter goles». en Cáceres comparte piso con Elías Molina y Neto, y entre entrenamiento y entrenamiento se prepara para matricularse en próximo curso en criminología («es algo que siempre me ha atraído»). Mientras tanto, seguirá peleando para tener más minutos.