Después del ejercicio firmado ante el Milan, con una victoria de prestigio cimentada en un juego espectacular, el Barcelona se adivina como un equipo sin techo, con infinitas posibilidades y que ilusiona por su fútbol y las expectativas que genera.

El partido ante el Milan, un equipo instalado desde siempre en la nobleza futbolística europea, fue ideal para el Barcelona de Frank Rijkaard, tanto por el desarrollo como por las consecuencias positivas que puede tener en el futuro.

Es un equipo con criterio y con multitud de soluciones. La apuesta del entrenador es muy valiente. Le ha dado todo el protagonismo a dos jugadores que están en un momento increíble: Xavi y Deco.

También es de agradecer para el fútbol la valentía de Rijkaard, que mostró un nuevo capítulo de su libro de estilo cuando con 1-1 en el marcador sustituyó a un centrocampista defensivo (Márquez) por un delantero nato (Larsson), en una clara apuesta ofensiva. El técnico, cuyo perfil defensivo y su falta de currículum fue cuestionado a su llegada a Barcelona, se ha deshecho de ese cliché y se está mostrando como toda una revelación, por su apuesta de fútbol ofensivo y su moderna concepción del fútbol.

Pero finalmente, la noche fue para Ronaldinho. El brasileño no está al mismo nivel del año pasado, pero su participación en la victoria fue determinante.