El Barça regresa a la Liga de Campeones para jugar ante uno de los equipos más populares de Italia, el Nápoles (21.00 horas), justamente en un estadio que fue durante años el santuario de uno de los futbolistas más famosos de la historia del fútbol, el argentino Diego Armando Maradona, también exjugador azulgrana.

Otro astro argentino, en este caso activo, como es Lionel Messi, es el que ostenta en estos momentos la condición de santo y seña de los culés, y cuyas actuaciones están llevando a su equipo al resurgir y al liderato de la Liga.

El Barcelona viajó con 21 jugadores a Nápoles, donde jugará por primera vez un partido oficial, pero sin muchas posibilidades de hacer un equipo titular con muchas variantes. Vuelve a afrontar un partido muy justito de mimbres debido a las lesiones, las últimas, de los dos laterales titulares (Sergi Roberto y Jordi Alba). En sus puestos, Semedo y Junior, están llamados a salir en el equipo titular.

El partido será de máxima exigencia, pues el Nápoles de Gennaro Gattuso (contratado el 11 de diciembre pasado para sustituir a Carlo Ancelotti) no tiene un rumbo firme, al haber ganado cinco partidos, pero perdidos otros cinco, alternando situaciones de lo más variopinta, ya que sus mejores actuaciones las ha firmado en los tres últimos encuentros como visitante (Brescia, 1-2; Cagliari, 0-1; Sampdoria, 2-4). Mientras, en San Paolo, cuenta con derrotas en los dos últimos encuentros como local (Lecce, 2-3; Fiorentina, 0-2), aunque hace cuatro jornadas fue capaz de derrotar al Juventus (2-1).

La trayectoria de los azulgranas es mucho más firme y consistente en el último tramo de temporada. No obstante, el Barça deberá refrendar esta inercia en un torneo que ha producido verdaderos terremotos en los últimos años, donde ha caído con estrépito ante rivales que en los partidos ya de eliminatoria directa en la vuelta acabaron vapuleando a los culés, como el último caso, que aún está muy presente, el del Liverpool (4-0, en la vuelta de las semifinales).

En estos momentos el partido en San Paolo cobra una importancia desmedida, ya que el choque se encuentra en un periodo muy convulso en Barcelona, donde las tensiones internas de la directiva, debido al escándalo de las redes sociales, llevó a una parte importante del Camp Nou el pasado sábado a pedir la dimisión del presidente del club, Josep Maria Bartomeu.

La inminencia del clásico el domingo en Madrid confiere a este partido en Nápoles una importancia vital, ya que el pulso acelerado del barcelonismo se puede alterar considerablemente.