A la advertencia que supone mirar la clasificación y ver al Real Madrid a cuatro puntos, el Barça ha recibido otra mucho más directa. Pep Guardiola ha dado un serio toque al equipo, decidido a frenar en seco una caída que ha disparado la alarma entre un montón de culés. Pero al mensaje duro del entrenador le ha seguido otro tan o más contundente que afecta a todo el club: "Tranquilidad y unidad". Guardiola quiere evitar como sea que las dudas y la presión que se ejerce desde Madrid se cuelen en el vestuario. En el fondo, la idea es emprender una operación de doble blindaje: dentro y fuera del campo.

Después de ir encadenando récords, el Barça se enfrenta a una nueva situación. Es como si alguien hubiera apretado un botón y la máquina se desconectara. Nadie se lo esperaba. Ni siquiera Guardiola, por más que se haya pasado meses clamando prudencia a contracorriente y hubiera detectado pequeños detalles inquietantes en las últimas semanas, temía una caída tan brusca. El empate ante el Betis, por ejemplo, no fue interpretado como un aviso de lo que estaba por llegar. Parecía un accidente del que tomar nota para corregir desajustes.

Más que la derrota en el derbi barcelonés --la expulsión de Keita actuó de atenuante--, fue en Lyón donde el equipo quedó más desnudo. Ahí sí Guardiola frunció seriamente el ceño, aunque de puertas afuera se guardó ese malestar y más de un reproche. Se quedó en las insinuaciones cuando habló de que era el partido que más conclusiones le permitió sacar. Dos días después, se reunió a solas con los extremos. Podría hacerlo con todas las líneas. Ninguna se mantiene fiel a las directrices, aunque el mayor problema es defensivo y no solo afecta a los hombres de atrás. Es más general.

"Falla el aspecto defensivo", admitió en esta línea Txiki Begiristain en Catalunya Radio. "Estamos haciendo un análisis para recordar cúales son nuestra obligaciones en el campo. Los jugadores son personas y cuando te elogian, es díficil mantener esa tensión permanente", añadió el secretario técnico, en una clara alusión a que el equipo se ha dejado ir en ese aspecto y eso provoca un efecto dominó.

MENSAJE POSITIVO Pero esa preocupación y ese afán por corregir errores convive con un instinto protector ante las voces que se escuchan fuera. Hay quien incluso ha desenterrado una palabra olvidada: crisis. Y, desde luego, en el vestuario no quieren ni oír hablar de ello. Desde el club, también se lanza un mensaje de tranquilidad y se apunta al ejemplo del Madrid y de su entorno, capaz de armar lemas positivos en cualquier situación. "No podemos olvidar lo que se ha hecho hasta ahora", insistió Begiristain, descartando cualquier comparación con la caída de hace dos años.

Txiki confirmó que las negociaciones para renovar varios contratos (Valdés, Eto´o, Márquez, Puyol) han quedado aparcadas hasta final de temporada --"no queremos distracciones"-- y negó cualquier tipo de acuerdo por el fichaje de Ribéry.