Al Barça le queda el último paso para dibujar el círculo más perfecto de la historia y agrandar así la leyenda de un equipo que, pase lo que pase hoy en la final, ya merece todos los honores. Con ese doble sentimiento, con el deseo de bordarse en el pecho la sexta copa pero también con la convicción de que ni una derrota echaría por tierra su prestigio, el Barça aguarda el duelo frente al Estudiantes (17.00 horas Tele 5) concienciado para no dejar pasar esta vez de largo el título que le falta. El último del 2009, el punto y final de un año mágico, y al mismo tiempo, un punto y seguido ante el 2010, del que ayer ya tuvo un anticipo con el sorteo de los octavos de la Champions. En febrero le espera el Stuttgart.

Así marcha este Barça, de título en título, de torneo en torneo, sin respiro, sin tiempo casi para admirar la enorme obra que va dejando atrás. Valencia, Madrid, Roma, Barcelona, Mónaco; Copa, Liga, Champions, Supercopa de España, Supercopa de Europa, y ahora Abu Dabi y el Mundial de Clubs, y dentro de cuatro días, otra vez Liga, y otra vez Copa, y otra vez Champions. Un carrusel interminable del que no se ha bajado desde hace año y medio, y que le ha convertido en el rey absoluto de este juego.

"Esta final cierra lo que se empezó el año pasado. Pero esto seguirá hasta nueva orden", declaró Guardiola. Sí, la vida continuará, y la voluntad es que lo haga tras haber conquistado los seis títulos. No es un deseo; es mucho más que eso. Todos sienten que hoy es el día. Que este equipo parece predestinado a lograr lo que otros no consiguieron. El dream team, el Barça de Ronaldinho, Tokio y de nuevo Tokio, esos recuerdos están ahí, pero Guardiola se esfuerza en huir de esa obsesión, y seguir el camino que les ha traido hasta aquí, con humildad, respeto, sacrificio, paciencia, ambición...

Así que nada de ponerse trágicos. Nada de jugar este partido como si fuera el último de "nuestras vidas", como proclamó Alves. Guardiola le puso seny a lo que definió como un "buen titular", y bajó el balón al suelo, con un toque de ironía. "No quiero que sea el último partido de nuestra vida, porque tenemos una familia que nos espera en casa y no es cuestión de que nos muramos todos", bromeó. Y en este sentido, dejó claro que este equipo está por encima del resultado de hoy.

"Venimos a ganar, pero podemos perder. Si perdemos estaremos tocados, pero eso no cambiará mucho la opinión sobre este grupo y sobre lo que ha sido el año", proclamó. Y ese será su mensaje. No va a decirles mucho más. "Todos saben lo que cuesta llegar hasta aquí, van a darlo todo, de eso no hay duda". Confianza ciega y, sobre todo, un sentimiento de orgullo por estar donde están, por jugar como juegan y con la convicción de que por ellos no quedará. No hay mejor cortejo que los títulos.

El equipo, al que hoy apoyarán unos 2.000 seguidores culés y la mayoría de la afición local frente a los más de 3.000 argentinos, también tendrá que seguir avanzando después de esta cita. El gran enemigo del Barça del 2010 sera el Barça del 2009. "El futuro es negro porque superar esto es imposible", confesó Guardiola. Pero hoy es presente. El círculo está a punto de cerrarse.