Leo Messi no ha marcado ningún gol en los ocho partidos que ha jugado frente al Chelsea (20.45 horas, Antena 3) y Luis Suárez no ha marcado ningún gol en los ocho partidos que ha jugado en Europa desde la milagrosa e histórica remontada ante el PSG. El panorama no podría describirse como alentador desde la perspectiva azulgrana a no ser que se formule una lectura optimista: los dos delanteros están cerca de cerrar tan catastróficas rachas.

No solo Messi y Suárez se enfrentan a sus demonios particulares. También el Barça en su octava visita a la cueva del Chelsea, donde solo ha ganado una vez (1-2, en los octavos de la Champions del 2006) y empatado otra (1-1, en la semifinal del 2009).

Los precedentes indican una tendencia, pero no predicen el futuro. Esa es la teoría a la que se abraza Ernesto Valverde cuando se le pregunta por las estadísticas. «Es bueno que exista esta moderna rivalidad porque eso hace que todos estemos más activados y predispuestos», aseguró el técnico.

MARCAR ES BÁSICO / «Saldremos a ganar sin pensar en el partido de vuelta», aseguró Ivan Rakitic, expresando una ambición acorde con la que se le exige a un equipo como el Barça. El objetivo prioritario, básico para ganar, consiste en marcar un gol. En el peor de los casos, servirá para disponer de una cierta ventaja en caso de marcadores muy igualados, igual que el Chelsea considera indispensable no encajar ninguno. Los azulgranas solo han conseguido uno como visitantes en los tres partidos de la liguilla y se lo marcó Coates (Sporting de Lisboa) en propia puerta.

Mantener la portería a cero en la ida se ha convertido en un factor poco menos que crucial para el desenlace de la eliminatoria: en el 2009 el 0-0 del Camp Nou le sirvió al Barça con el inolvidable gol de Iniesta en el 1-1; en el 2012, el Chelsea venció por 1-0 en casa y se agarró al 2-1 durante toda la segunda mitad en la vuelta (y a la conjunción astral que le sonrió) antes de empatar 2-2 y clasificarse.

Dos postes y un penalti fue el saldo de Messi aquella infausta noche. Cabe recordárselo. Cuando se siente ofendido, es cuando mejor respuesta da. Apretando la llaga, no está de más advertir que lleva cinco partidos sin marcar. Es la segunda vez esta temporada que pasa por un periodo tan dilatado sin gritar gol. Solo le ha pasado cinco veces en los últimos diez años.

Pero sus compañeros confían ciegamente en él. «Nunca he visto a Messi tanto en el gimnasio», aseguró Rakitic, dando fe de la entrega del referente principal del Barça, «del jugador más grande de la historia», a juicio del croata, que será rival suyo en la fase de grupos del Mundial de Rusia. Rakitic, tan expresivo, confesó que le daba «mucho miedo» que Iniesta pueda marcharse el próximo verano si acepta una oferta del fútbol chino.

«Será una noche importante para Messi, pero también para todos», dijo Valverde, pensando en sí mismo, por ejemplo. Nunca llegó tan lejos en la Champions con el Athletic, y en los octavos se quedó con el Valencia. Es plenamente consciente de que eso no colmaría, ni mucho menos, las expectativas azulgranas. Sobre todo, con la excelente marcha que lleva el equipo, que sobrevivió a la cita de Ipurua.

El paralelismo entre el Eibar y el Chelsea, más allá de tratarse de dos huesos duros de roer, termina y acaba en las reducidas dimensiones que iguala Ipurua a Stamford Bridge.

A la misma hora que el Chelse-a-Barça se juega el Bayern de Múnic-Besiktas.