Entre el deporte y el dinero, lo segundo es lo primero. Las termitas del euro siguen aniquilando los proyectos deportivos de la región y mientras Barcarrota celebraba el Tour de Alberto Contador, ciclista insustancial y campeón, con acento castizo pero de padres castúos, el Extremadura confirmaba su bancarrota con el descenso a Regional Preferente por impagos. Una letra separa a Barcarrota de bancarrota y también un mundo por delante. Una muesca más en la pistola de la mala gestión cuya indigestión se ha convertido en el pan de cada día. Y con el pan no se juega.

Hace siete años, el Club Polideportivo Mérida que besó la liga de las estrellas, desaparecía por una deuda de 1.300 millones de pesetas, cerca de ocho millones de euros. Hace cinco, el laureado Cáceres Club Baloncesto de la ACB, la Copa Korac y cinco mil almas por partido, se hundía en el mar de la decepción atado a un yunque de 300 ´kilos´, peseta arriba, peseta abajo.

El año pasado, el centenario Club Deportivo Badajoz bajaba a Tercera por un puñado de 140.000 euros y el culebrón veraniego de este 2007 lo protagoniza el histórico CF Extremadura, que baja a Regional por una deuda con sus jugadores superior a los 600.000 euros.

A Pedro, quién le ha visto y quién le ve. De presidente de Primera División visitando el Santiago Bernabéu a presidente de regional sin preferencia donde el ambiente es cálido y familiar, pero muy distinto al caviar que sirven en los descansos en el Camp Nou. Una retirada a tiempo es una victoria pero muy pocos saben dar con la tecla del momento justo y el lugar oportuno. Y él tampoco supo. Y menos con equilibrar la balanza de los ingresos y los gastos de un club.

Aquellas andanzas gloriosas de Iosu Ortuondo, Rafa Benítez y los demás, con Nieto en la poltrona encabezando proyectos de máximo éxito, quedan empañadas tras un cristal de añoranzas en el que el vaho emborrona los cánticos triunfales y salpica de lágrimas un libro de 83 años de brillante historia por esos campos de Dios. El siglo XXI nos vuelve a narrar un capítulo más de dolor y decepción en un recinto deportivo pero fuera de él. Es ley de vida y muerte. Siempre faltan médicos en la agonía y sobran plañideras en los entierros.