La revolución se producirá en el campo y no en los despachos. Ernesto Valverde seguirá en el banquillo del Camp Nou. Y Pep Segura, como secretario técnico, continuará en su despacho de Sant Joan Despí para que, entre todos, remodelen al Barça en el césped, donde se encuentra el origen de todos los males.

La crisis del Barça con la segunda gran derrota de la temporada ha quedado parada por la intervención de Josep Maria Bartomeu, que ha impuesto su voluntad de mover el foco hacia el campo. El presidente ha escuchado a los miembros de la junta y del cuerpo ejecutivo y ha impuesto su voluntad de mantener en sus cargos a dos de los responsables señalados por el declive de los resultados en las últimas semanas.

Bartomeu pretendía convencer a los directivos de que esa era la mejor decisióno. Los integrantes la junta almorzaron ayer para consensuar una voz común después de que algunos de ellos hubieran expresado en algunos medios, siempre de forma privada, que Valverde iba a ser cesado.

La voluntad del presidente de prorrogar la confianza en Valverde se impone aunque varios de sus colaboradores tratan de hacerle ver que el entrenador empezará la temporada en una posición débil por los últimos batacazos. La de Segura es incierta por otros motivos: sus fichajes no han dado sus frutos.