Al igual que en la pirámide alimenticia el pan, el arroz, los cereales y la pasta son el sustento, o en la pirámide de Maslow las necesidades fisiológicas básicas constituyen los cimientos en los que se asientan el resto de elementos, en el caso de existir una pirámide del baloncesto la etapa de formación sería la base para empezar a crecer en este deporte.

Es en la categoría de ´mini´ cuando empieza todo, cuando el niño comienza a educarse en los valores que el baloncesto transmite e inicia de este modo su crecimiento como deportista desarrollándose no solo a nivel motor, sino también a nivel cognitivo y afectivo: un desarrollo integral.

He estado la semana pasada con la selección extremeña de Minibasket en el campeonato de España por comunidades autonómicas y he podido disfrutar del baloncesto en estado puro. Resultados aparte, que en general han sido bastante positivos dando un paso adelante en cuanto a competitividad, lucha y clasificación (aunque algunos traten de ver lo contrario por intereses personales), por encima de todo, lo que me queda es ver como 24 chicos y chicas han convivido y se han desarrollado por medio de este deporte.

Ha sido especialmente ilusionante ver como estos chavales han crecido en intensidad, concentración, disciplina y competitividad a medida que se iba acercando la fase final del campeonato, alcanzando alguno de ellos un estado de madurez a la hora de tomar decisiones impropios en niños de su edad.

En esta categoría se debe comenzar a transformar al niño en deportista. Ellos absorben como esponjas los conocimientos y actitudes que se le transmiten, lo que hace a esta edad ideal para empezar a inculcar los valores del baloncesto y así, al llegar a la etapa junior, solo tener que preocuparte por aspectos tácticos y físicos, ya que tanto los emocionales como los técnicos los tendrán asumidos previamente. Es el momento de dejar a un lado los juegos y aspectos lúdicos más propios de la educación física escolar y empezar a trabajar en la formación.